jueves, 30 de septiembre de 2010

Volar

¿Qué harías si una linda noche de otoño, finales de septiembre, te dijeran que puedes, que tienes la opción de salir volando? Literalmente, con avión incluido y toda la cosa. Los humanos le llaman "intercambio estudiantil". Yo aún no encuentro una forma creativa de decirlo, para no tener que decirlo. Australia, tal vez. Me agrada la idea, relativamente. Supongo que cierta parte de mí está aún escondida, amordazada en el sótano, en algún lugar en mi cabeza. Y no sé, tal vez logre mantenerla así hasta el día del viaje. Si... si es que llega a haber tal viaje. Pero no está mal considerarlo, creo yo. Al fin y al cabo, ¿qué me ata aquí?... tal vez sólo el pasado. Y me han dicho (he dicho) que eso no es bueno. No puede serlo. Y tal vez esta vez escucharé mis consejos, y me diré "Vuela, vuela lejos. Vuela porque, si todo mundo se va, ¿por qué no ser tú esta vez quien se vaya? Quien deje atrás este mundo, porque no hay nada en él que valga la pena. Allá también hay nubes, helado, otoño, atardeceres, amaneceres, café, hojas secas. Vuela, vuela lejos porque aquí no hay nada, nada, nada.". Pero, qué harías tú?

martes, 28 de septiembre de 2010

viernes, 24 de septiembre de 2010

Por aquello de ser feliz

¿Cuánto tiempo podríamos soportar antes de sentirnos ahogados en nosotros mismos? antes de cansarnos de nosotros mismos. Es decir, somos nosotros (cada quien consigo mismo) con quien vamos a pasar el resto de nuestros días. ¿Cómo es que no nos cansamos de vivir juntos (yo con yo) toda una vida?... No lo sé. Nunca antes me lo había preguntado, pero sí había pensado algo parecido: ¿Cómo uno puede ser feliz después de todo lo que ha pasado?, cada quien su pasado, digo... cada quién su pasado. No, no digo que yo tenga un pasado particularmente "tormentoso" (por no encontrar otra palabra). Digo que, cómo puede uno levantarse después de... no sé, ir a la guerra? Ver cosas que uno normalmente, viviendo en una ciudad relativamente tranquila, relativamente pacífica, no ve, no vive. O después de haber cometido un error muy muy grande, algo que afecte toda tu vida, como, por ejemplo, perder un hijo por un error propio. No puedo siquiera imaginarlo. La verdad, no se me antoja tratar. Me refiero a que nos dicen, por ejemplo, en la iglesia, que estamos obligados solamente a ser felices. Pero, ¿Cómo puede ser uno feliz cuando está cargando cosas que... no sé, pesan tanto?. Yo no digo que mi vida sea particularmente tormentosa, no lo ha sido. Tampoco ha sido exactamente una vida "rosa". La cosa es que, ¿Será que es posible llevar una vida "perfecta"? No conozco bien a mucha gente, de muchos de los que conozco lo suficiente, puedo decir casi con seguridad que, yo, teniendo sus pasados, al menos una de las experiencias que me han contado que los ha marcado... no sé. No me imagino cómo podría ser feliz. ¿Cómo podría uno levantarse después de... no sé, por ejemplo, haber matado a alguien? ¿Cómo podría uno ser feliz cuando lleva en el alma una carga de ese tamaño? ¿Cómo podría uno, con una historia así, darle la espalda al pasado? A pesar de que sí cometí errores, sí herí gente, fui herida, viví cosas que muchos niños que nunca han tenido que cambiar un cigarro en el pesero, pedir dinero en la calle para comer (por ejemplo) ni siquiera son capaces de imaginar, yo fui capaz de seguir caminando, de darle la espalda al pasado. No diré que fue fácil, no lo fue. Mi pregunta final es: ¿Cómo le hace uno para no generar estas "cargas"? ¿Será posible, tomando las desiciones correctas, los caminos correctos... ser feliz? Yo creo que sí. Espero que sí.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Primer día de Otoño

Primer día de otoño, un veintitrés de Septiembre. Y yo me siento y miro por la ventana; es de noche. Tal vez hubiera pensado que me hace falta un cigarro, como el año pasado, otro 23 de Septiembre, otro primer día de otoño. Yo ya no soy la misma. Y no es que no quiera o no pueda serlo, simplemente no lo soy. Supongo que sería poca la gente que entendería esta sensación que tengo de haber nacido de nuevo, de ser algo completamente nuevo, en un mundo tan nuevo como los ojos con que veo este mundo, tan grande como desconocido. Me pregunto a veces si podría volver. Volver no sé a dónde, sólo volver. Si habría alguna razón que pudiera volver a atarme al pasado, volver a hacerme ser lo que siempre he sido, lo que todos aquellos, a quienes ahora me niego a nombrar, conocieron un día, y tal vez piensan que sigo siendo. Abrí un blog pensando en llevar un registro, el registro que no llevé en mi vida pasada. Comencé a escribir, hace muchos muchos años, impulsada por el miedo a olvidar. Olvidar yo no sé qué, olvidarlo todo, olvidar los pequeños detalles de la vida que me hicieron ser lo que soy hoy. ¿Quién/qué soy hoy?, no me preguntes a mi, ¿Yo qué sé? ¿Cómo podría saberlo? La cosa es que no quiero volver a olvidar. No quiero volver. Hoy, me cuesta trabajo recordar lo que fui, quién fui, y tal vez es eso lo que hoy me obliga a seguir escribiendo, aún cuando ando corta de inspiración. No el miedo a olvidar sino las ganas de recordar. De no enterrar en letras del pasado todo aquello que me ha hecho aprender, los caminos que he andado, tal vez para no andarlos de nuevo. No por no querer olvidar, sino por querer congelar al tiempo. Ese maldito tiempo...