miércoles, 29 de diciembre de 2010

Yo

(corrigiendo)
Mi primer autrorretrato... De hecho, mi pimer retrato del todo...

martes, 28 de diciembre de 2010

Pequeña Sofía, si yo pudiera...




Yo sé que tú sabes que la vida no es fácil. Yo sé cuántas veces te dijeron lo tonta que eres. Yo sé de ti más de lo que tú sabes, yo sé de ti que sabes que huir, es la solución de todos los problemas, si yo pudiera decirte que no lo es. Pequeña Sofía, si yo pudiera estar ahí, estar contigo. Si yo pudiera... Si yo pudiera te diría lo que será de tu vida. Te diría que los errores no siempre son maestros, que evites los caminos peligrosos, que nunca comiences a fumar, que nunca te enamores de un imbécil, que no dejes entrar a tu vida a tal o cuál persona, pequeña Sofía. Si yo pudiera estar ahí, sentarme a tu lado en la misma banca de Coyoacán, y decirte que no estás sola, que no llores, que fumar no es poético, que aunque la muerte te llame, tú en realidad quieres vivir. Pequeña Sofía, si yo pudiera estar ahí. Estar ahí contigo cuando nadie más lo hizo, sentarme a tu lado cuando más lo necesitabas, y escucharte hablar y dejarte llorar sobre mi hombro, pequeña Sofía, si yo pudiera decirte. Decirte que tu madre te ama, que tu papá te amó cuanto pudo, que no tienes por qué llorar, que no tienes que odiar a nadie, que no estás sola. Ay, pequeña, si yo pudiera decirte, que todas esas llagas que tú misma hiciste, te dejarán cicatriz, y que un día ellas dolerán más que la herida misma, pequeña Sofía. Si yo pudiera decirte y si tú me creyeras... si yo pudiera decirte que no estás sola, que tú estás ahí contigo, que yo estoy ahí contigo, pequeña Sofía.

Si yo pudiera decirte cuántas veces te mintieron, si pudiera hacerte ver lo brillante, lo hermosa que eres, si pudiera encontrar la manera, pequeña Sofía, de enseñarte cómo y por qué la gente quiere verte caer. Si yo pudiera decirte que te mintieron. Decirte que la gente es cruel, que confíes pero que nunca dejes que nadie te sostenga. Si yo pudiera decirte que tus piernas son fuertes, que soportan todo el peso que la vida te dio, y un poco más. Si yo pudiera decirte que confíes sólo en ti, que no te derrumbes, que no dejes que nadie te derrumbe jamás.

Si yo pudiera decirte que ames con el corazón abierto, que ames sin miedo. Que las respuestas de la vida no están al final de ella sino ahí contigo. Pequeña, pequeña, si yo pudiera estar ahí contigo. Y explicarte las cosas que le preguntaste al viento, si yo pudiera, tú tendrías una vida feliz, pequeña Sofía, si yo pudiera.
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...a mi yo de 15 años, de tu yo unos años después...

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Primera palabra. Las palabras se arremolinan en mi mente, todas de una sola vez y ninguna con coherencia. ¿Cómo debería empezar a decir algo que no quiero decir?

jueves, 23 de diciembre de 2010

Luna



 
He hecho esto antes. Dar click en "nueva entrada" cuando no tengo nada qué decir, espero que no se haga hábito. Pero, ¿Qué puedo decir de mi vida? He dicho ya mucho que cuando todo marcha bien, incluso mejor de lo que podría pedir, no me dan muchas ganas de escribir. A veces a mi misma se me olvida que he cambiado, y vuelvo a hacer las mismas cosas que hacía la antigua yo sólo para darme cuenta de que, no, ya no entro en los mismos lugares donde solía hacerlo. He crecido, y comienzo a considerar la posibilidad de dejar mi cabello crecer castaño oscuro; Ya no pintarlo de colores. Hubo un eclipse de luna hace dos días, el 21, y no he podido enseñarles las fotos porque mi computadora tiene un virus; No puedo arriesgarme a conectar mi cámara a una computadora con virus. Y eso me deja pensando... ¿Qué sería de mi vida si no pudiera ser fotógrafa? A lo largo de estos últimos años he cambiado de carrera ideal más de un par de veces. Primero quise estudiar artes visuales (Dibujo, pintura), luego quise estudiar comunicación gráfica (Casi lo mismo pero con más mercadotecnia) y por último quise estudiar arquitectura. Por una u otra razón no pude hacer nada de eso, y más de una vez me sentí derrotada por la vida. A veces, de vez en cuando, aún pasan cosas que me hacen sentir de esa manera. No sé si tengo más de lo que merezco o justo lo que el destino tenía preparado para mi. No sé si todas mis reglas han sido hasta ahora sólo una excusa para poder decir que tengo el control de mi vida. ¿Tengo el control de mi vida? ¿Cuándo fué que que comencé a creer en el destino? ¿Debería seguirle el juego a este "salto de fé"?

Pude sacar de mi Jatzimi la foto de la Luna que puse más arriba, antes de darme cuenta del virus. La tomé el día del eclipse, unas horas antes, con un telescopio que estaba plantado en el atrio de la iglesia del centro de Coyoacán. Más adelante, cuando logre quitarle el virus a mi lap, subiré más fotos de ese día y lo contaré con más detalle...

lunes, 13 de diciembre de 2010

Tortuga

... me dieron ganas de dibujar algo y era lo que tenía más cerca... creo que no quedó tan mal...

The way back home


No siempre quise ser fotógrafa. Supongo que desde muy pequeña tuve cierto talento para las imágenes, al menos es lo que dice mi madre. Creo que lo primero que quise ser, fue veterinaria, bióloga, vivir rodeada de animales, más que de seres humanos. Claro que en esa época no lo decía así, era una niña. Supongo que no está de más decir que nunca encontré grata la compañía de los de mi especie. No me preguntes por qué. Creo que fue en primero de secundaria, que fui con mi madre por mis útiles escolares; Estaba muy emocionada con mis cosas para dibujar nuevas, y me puse a diseñar la casa que querría para mi cuando fuera grande. La imaginé blanca y grande, un poco minimalista. Claro que entonces no tenía ni la más remota idea de qué era el minimalismo. En la oficina, mi madre le dijo a una mujer que trabajaba con ella, que estaba segura de que yo de grande sería diseñadora o algo parecido. Pero eso era tonto, yo quería ser veterinaria, yo iba a ser veterinaria. No mucho después alguien me prestó un disco de los Enanitos Verdes, alguien cuyo nombre recuerdo claramente, tanto como su historia, una de esas historias que uno desearía no recordar. Enanitos Verdes... siempre me pareció un nombre curioso para un grupo de música. La canción se llamaba "Eterna Soledad". Fue unos años más tarde que aprendí a fumar con esa canción... esa fue mi primera canción para no dormir, y fue también por ella que quise aprender a tocar la guitarra. Me imaginaba a mi misma tocando frente a un auditorio grande, lleno de gente desconocida que admiraba lo que hacía, y no como cuando los niños se burlaban de mi en la secundaria. Sería la forma perfecta de mostrarle al mundo que no era la niña idiota que todos veían en mi. No sé explicar por qué, pero siempre sentí que no era yo este cuerpo. No, yo era algo más, algo más grande y mejor. Y tal vez hacer música sería la forma de mostrarle al mundo lo que era, no una niña, no alguien de quién abusar o a quién molestar. Nadie se reiría de mi cuando fuera famosa. Puede ser porque me rendí demasiado pronto, o puede ser que en realidad ese nunca fue mi sueño. Siendo honesta, aún extraño ese ambiente, el de la música. Nunca vi ese mundo tan de cerca como en esa época hubiera querido, pero tuve la oportunidad de perderme en él. Y aunque a veces me pregunto si debí, si sería más feliz ahí, la verdad es que no me arrepiento de lo que decidí. Aún cuando hoy todavía no estoy muy segura de lo que quiero ser. Me hace sentir un poco perdida, como si mi identidad dependiera de mi carrera, el no estar estudiando en una universidad.  Sé que antes dije que era mi cámara lo que me define, pero antes de eso, no en un blog, dije que era mi restirador, y todos los lápices, pinceles y pinturas sobre él. Y tal vez los dos lo son, pero últimamente me he dado cuenta de que muchos piensan que no, que no se puede ser las dos cosas. Yo sé que los que dicen eso no conocen mi mundo, y tal vez es sólo que a veces me gustaría poder platicar con alguien que lo entendiera. Hoy pasó algo que me hizo sentir un poco más sola de lo normal, que me hizo darme cuenta de que he cambiado incluso más, mucho más de lo que yo pensé. Ya no me siento acompañada ni siquiera estando con mi propia familia, y yo no sé si eso sea bueno o malo, pero estoy muy segura de que no me gusta. Es como si ya no viviera en la casa en la que vivo, como si ya no fuera nada de lo que ellos creen que soy. Me tratan como igual y ellos para mi son como marcianos. Yo era como ellos, y ya no sé cómo decirles, no sé si debo decirles. Es curioso que sean tan pocas las cosas que no cambian con el pasar de los años; Todavía me paso horas pensando en cómo sería la casa de mis sueños. Todavía mi cámara es una extensión de mi cuerpo, todavía pienso en imágenes, en colores, en formas. Necesito volar y no sé a dónde. Necesito volar y no sé cómo.
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Encontré a alguien que estuvo conmigo tres años en la secundaria. Ella no supo quién era yo. ¿Tanto he cambiado? 
Where is home now? Where do I go? 

martes, 7 de diciembre de 2010

Sabes por qué?

Irinkah Jacques dice
antes pensaba que morir un poco me haría vivir
volver a sentirme viva, "renacer"
y sabes qué pasó?

CARLOS CARDENAS dice
QUÉ PASÓ?
Irinkah Jacques dice
un día alguien en la escuela llevó marihuana
tuve taquicardia una hora, tal vez más
y feo
no de dos red bull y una aspirina
poc poc poc poc poc poc poc poc poc poc poc en mis oidos una hora
eso fue el dos de septiembre del 2009

CARLOS CARDENAS dice
CIERTO...
ME CONTASTE

Irinkah Jacques dice
lo primero que hice al día siguiente fue asignarle un día a cada uno de mis amigos para ir por un café
CARLOS CARDENAS dice
LO RECUERDO
Irinkah Jacques dice
sólo uno pudo
uno de muchos, no recuerdo cuántos
corté con la mayoría de los demás
la cosa es que un mes o algo así después del incidente mi amigo me dijo que desde el incidente yo me veía muerta
ya no sonreía
fumaba como si quisiera matarme de cáncer
empecé a tomar a escondidas,, y eso ni él lo supo
me compraba botellas en el super y las escondía en la parte de arriba de mi closset
pero supongo que más que nada lo que me tenía así era haberme dado cuenta de que en realidad estaba sola
y sabes qué?
sí estaba sola
y sóla de a deveras
más o menos por ese tiempo alguien me dijo que el secreto de la felicidad era aprender a vivir sola
y yo no le creí
cómo iba a creerle si las personas más felices que conocía tenían muchísimos amigos en facebook?
hi5, lo que sea que era en esa época
la cosa es que yo estaba muerta porque se me ocurrió pensar que para ser feliz tenía que morirme un poco.
lo curioso del caso es que no estaba tan equivocada
creo que nunca estuve más sóla que el día que descubrí que en realidad jamás estuve sola
sabes por qué?

El secreto de la felicidad

¿Qué pasaría si un día alguien llegara a tu lado y de la nada te diera el secreto de la felicidad? ¿Y si fuera algo de lo más ridículo e improbable? Si alguien te dijera que el secreto de la felicidad, es dejar de comer carne, ¿Tú lo creerías? ¿Tú lo harías? ¿Qué dirías?. Escucho todo el tiempo y por todas partes: Yo seré feliz el día que el PRI gane las elecciones, el día que pueda comprarme esa casa, el día que pueda tener esa bicicleta, ese celular, el día que encuentre al hombre de mi vida, que tenga toda la ropa que pueda desear. "Yo seré feliz algún día"... y tal vez a veces a mi también me dé por pensar así. Me pregunto qué sería del mundo si un día todos nos despertáramos pensando "Este día voy a ser feliz. Hoy, y no mañana". Me pregunto cuánto duraría esta felicidad, si todos un día decidiéramos ser felices. Hubo un tiempo, no hace tanto como algunos creerían, en que yo vestía sólo de negro. Mi madre me decía que un día maduraría y cambiaría de color, y tal vez, de colores. Y yo nunca le dije nada, pero me decía a mi misma que eso no pasaría, que eso era yo, que me conocía y yo sólo vestía de negro. Era joven, pero creía saberlo todo del mundo (Who does'nt any way?). Mi cabello aún es rosa. Pero a veces yo misma no puedo creer lo mucho que he cambiado este último año. He cambiado tanto que a penas logro recordar cómo era ser lo que fui, quien fuí antes de ser quien soy. Si es que a caso sé quién soy. La cosa es que hubo un tiempo, no hace tanto como algunos creen, en que yo no creía en el valor de la vida. Yo no sé qué hubiera respondido en aquél entonces a alguien que hoy me contó que ya no quiere la suya. Yo no sé, ¿tú qué le hubieras dicho?. Basada en mi experiencia pude haber dicho que no, que no quería ir a ningún lado, que sólo buscaba llamar la atención. Eso es lo que la mayoría busca. Pero, y qué tal que hablaba en serio? qué tal que de verdad es como yo era?. Está más que claro que jamás me perdonaría no haber dicho nada, y un día simplemente dejar de verlo en el msn. Y yo no sé qué hace uno en estos casos. Yo sé que mi amigo pensó cuando me dijo que yo sería la persona ideal para decir algo como eso, para pedir consejo, tal vez porque piensa que sigo siendo la misma de hace un año. Pero no lo soy. I don't know how to be it.

¿Qué harías si un día alguien llega y de la nada te dice el secreto de la felicidad? ¿Y si ese alguien que sabe, lo sabe por experiencia propia? ¿Tú le creerías? ¿Por qué le creerías?

jueves, 2 de diciembre de 2010

Palabras y silencios

La primera vez que alguien escribió para mi un poema, no lo entendí. Entendí lo que decía, pero fue demasiado tarde cuando supe que hablaba de mi. Era una niña, más niña de lo que yo creía, más de lo que creía saber. Y no, no diré que me arrepiento. Hoy soy feliz y lo agradezco. Y sin embargo estas ganas de volver que azotan el alma, se vuelven incontrolables en estas mañanas frías en que falta un abrazo. La historia se acabó porque yo así lo quise, y hoy soy feliz así, mucho más feliz de lo que jamás hubiera sido si hubiera entendido aquél poema. En algunos casos no importa la belleza de las palabras, ni su sonido, sólo su forma, sólo lo que dictan. Las palabras escritas tienen un encanto que muchos no comprenden; El encanto del silencio, de la ausencia. Te leo y sin embargo tú no estás aquí. Estás lejos, lejos, y jamás volveré a escucharte, jamás tus palabras volverán a ser sonido. Una vez alguien me regaló un poema, en una hoja de papel. Y yo no supe lo que esas palabras dictaban, porque nunca fueron sonido... yo pensé que eran sólo palabras. Esas palabras gritaban, y yo no las pude escuchar. Hay días en que me da por pensar que tal vez me gustaría estar sola, libre, tener mis alas de nuevo y andar de cielo en cielo. A veces se me ocurre la posibilidad de volver, de volver otra vez como lo he hecho antes. Y luego abro los ojos y miro hacia atrás; Muchas veces sus palabras volvieron a ser sonido y sin embargo, su ausencia, siempre fue la misma. Una vez alguien me escribió un poema, un poema que nunca fue sonido. Su voz tenía una capacidad impresionante de hipnotizarme, y sin embargo, nunca me leyó un poema.

Hoy soy feliz, mucho más feliz de lo que jamás hubiera sido si hubiera escuchado aquél poema. Al menos, esa es una más de las cosas que se olvidaron de atarme al pasado.
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O será que yo misma me ato al pasado de maneras que ni yo comprendo?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Las cosas que uno nunca olvida



¿No es curioso que el año no se acabe cuando se acaba, sino un mes antes, cuando comienza a acabarse? Este año se muere de a poquitos, y no tenemos manera de controlarlo, de detenerlo, de mantenerlo vivo. Pero, para qué querríamos mantener vivo un año moribundo?. La situación me recuerda de alguna manera el cómo murió mi papá; no quería que lo viéramos en tan mal estado, prefirió marcharse bien. Y no lo culpo, supongo que de cierta forma lo agradezco, y creo que es así como me sentiría si quisiera mantener vivo cada año que pasa, como con respirador artificial, dializado, moribundo pero aún vivo. No tendría sentido. Por eso, como a los muertos, a los años hay que dejarlos irse. Años queridos como este que se marchan sin dejar nota de despedida, y sin embargo, en la boca, sabor a limonada de limón natural, endulzada con miel. Es curioso, que sea la primera vez en mi vida que despido un año con una sonrisa y lista para enfrentar al siguiente gran mastodonte, que se planta ante mi con la amenaza de no ser como este año que se marcha, de no ser tan noble y delicado como este 2010, pero aún de una manera que no alcanzo a comprender, mostrando su lado amable, el lado amable que todo año futuro tiene; La oportunidad de volver, no a donde estuve antes, sino a donde siempre debí mantener la vista fija.

La foto de más arriba, tomada por mi por supuesto, es un amanecer en la playa de un pueblo llamado Marquelia, en Guerrero, casi esquina con Oaxaca. También está el viaje del primero de Agosto, con su alberca tibia y sus sapos gigantes, y otros viajes que hice sólo en mi cabeza, otros dentro de mi misma ciudad. Y los otros momentos que, aunque no son viajes del todo, en este año, han dejado en mi corazón su marca indeleble.