miércoles, 31 de agosto de 2011

Septiembre

Leer tu blog y mantenerme vacía de sentimientos, a veces es todo un reto. No imposible, no, te diré que me da gusto saber que a diferencia de mi, cumpliste tu promesa y sigues escribiendo ahí. Qué tiempos aquellos, en que lloraba por ti. Recuerdo y no puedo evitar sentir pena ajena. Ajena porque esa niña que lloraba por ti ya no soy yo.

Me estaba preguntando si es que alguna vez llegué a realmente conocerte; la verdad es que lo dudo mucho. Ya pronto será tu cumpleaños y no sabía si mandarte un mensaje o no.  Miento, aún no lo sé. No lo hubiera dudado si tú hubieras recordado el mío. 17 de Julio, sí, ya pasó. Me pregunto si es que todavía te acuerdas de mi. Se sentiría herido mi ego de saber que no, que ya nunca piensas en mi. Yo pienso en ti, y más en tu cumpleaños. Se me olvida que ya no te quiero y me da por extrañarte. Nunca tanto como para buscarte, no, y estos días me ha dado por preguntarme si es verdad que eres tú eso que extraño, si no es la idea de ti, de ese hombre romántico de mirada profunda que a él se le olvidó ser. No, no me malinterpretes; sí lo amo. Después de todo los años han pasado y es él quien todavía está a mi lado siempre que necesito a alguien. Tú te fuiste sin mirar atrás, y si he de ser sincera tiene mucho tiempo que ya no me causa dolor. Y aún, ya casi es septiembre y me estaba preguntando qué haré el día de tu cumpleaños.

domingo, 28 de agosto de 2011

Me compré un cuaderno nuevo

Me parece curiosa la forma en que escribo, tal vez algunos de ustedes no lo saben pero la verdad es que nunca sé qué es lo que voy a decir cuando pongo las manos en el teclado. Me sorprendo a mi misma, y eso a veces me gusta, otras veces no. Supongo yo que el proceso de creación de todo artista tiene sus complicaciones, sus complejidades, el mío en particular siempre me ha parecido curioso. Precisamente por eso, por que nunca estoy bien segura de qué es lo que voy a hacer cuando comienzo. Y esa es la razón principal de que no haga tanto como me gustaría; que nunca tengo nada qué hacer. Por eso me gusta el blog, donde hago por hacer, creo por crear y no hay nadie ni nada que me exija resultados concretos. Así soy yo, siempre se me olvida lo concreto. Por eso me pareció buena la idea de retarme a mi misma, de exigirme resultados. No funcionó. Y también por eso no lo dudé ni un minuto cuando RoS me invitó a participar en el blog colectivo de Escribicionistas. Es una propuesta interesante y yo en lo personal me siento halagada de que me hayan invitado. Y bueno, sí, me compré un cuaderno nuevo por que me encantan los cuadernos nuevos y por que en él pienso escribir a mano y en letra cursiva los escritos que estaré publicando cada sábado en el ya mencionado blog. Espero sus comentarios por allá, y gracias de nuevo por leerme.

viernes, 26 de agosto de 2011

Polvos mágicos

(Primer cuento sobrepedido)

Habían pasado ya años desde la última vez que había estado allá. No reconocía el camino y le daba la impresión de que ella no era conocida para él tampoco. Miraba a través de la ventanilla y de tanto en tanto se topaba con su reflejo. Cuánto la habían cambiado los años, ella misma se sorprendía. Vagamente recordaba el olor de las frutas con piloncillo, que su madre cocinaba en navidad. Su segundo primo, recién nacido, que a medida que crecía iba robando uno a uno sus juguetes, que junto con su infancia, poco a poco se iban desvaneciendo. ¿Quién diría que llegaría el día en que crecería tanto, que dejaría de caber en la vieja casa de muñecas tamaño real que de niña le construyó su papá por no comprarle una marca Barbie? ¿Quién diría que un día esa misma casa de muñecas, se convertiría en un cuartel militar? Esta navidad, volver a casa se le antojaba viajar en el tiempo, a un pasado remoto de papeles amarillentos y fotografías viejas. Se preguntó qué sería de ella el día que, por azares del destino, tuviera que volver a la universidad de la qué, hacía no más de unos meses, se había graduado. Se preguntó qué sería de ella cuando este presente se convirtiera, como su casa de muñecas, en un pasado remoto. Puso atención entonces al camino, del que de tanto vagar en el tiempo, se había distraído. No faltaba ya casi nada para llegar a casa. Se preparó entonces para bajar del autobús, ahí, en la esquina de siempre, la estaban esperando.

La tarde transcurrió tranquila, la casa ya no era la misma. En el jardín crecía verde la maleza bajo el columpio que colgaba del capulín, el mismo en el que siendo una niña había aprendido a leer. Lo había olvidado casi por completo. Sus primos habían crecido tanto, y se comportaban ahora como finos caballeros. No más pucheros en la mesa ni crayolas en las paredes. Y ella no sabía decir si eso le agradaba o no. A la hora de la cena todos se sentaron educadamente y oraron como si creyeran en Dios. Había pasado ya tanto tiempo desde su última cena de navidad en familia que todo aquello le parecía surreal. Fue tal vez por eso que no supo si reír o llorar cuando su madre anunció que vendían la vieja casa. Con toda la felicidad del mundo explicó que ella y su nuevo novio se mudaban a vivir a la playa.

A la mañana siguiente despertó en su vieja habitación. La cama le quedaba chica y más de una vez durante la noche pensó que caería al piso. Con la espalda adolorida se puso de pie, caminó como quien camina dormido al jardín. Debía volver esa misma tarde a la ciudad y decidió pasar el tiempo que le quedaba contemplando el jardín. Llegó a su antiguo columpio y se sentó con parsimonia. ¿Cómo podía ser que lo hubiera olvidado? Que hubiera olvidado aquellas tardes soleadas en su pequeño jardín. Quien la hubiera visto habría pensado que cayó del columpio, pero la verdad era que deliberadamente se había echado a la hierba. Tomó una piedra de ahí cerca y de entre planta y planta raspó un poco de tierra. Se la puso en la mano izquierda y con ella corrió a la cocina a buscar un frasco pequeño de cristal. Lo contempló largo rato hasta que se quedó dormida.

Años más tarde una niña pequeña de grandes ojos y cabello negro le preguntaría que había en aquél frasco. "Polvos mágicos", le respondería ella, y ante la carita de incredulidad de la niña, agregaría, "Te lo juro, hija, que si los miro fijamente vuelvo a tener tu edad".


viernes, 19 de agosto de 2011

Que solo es aqui arriba!!

Desde que intenté formarme una identidad me identifiqué como "outsider", solo que lo comprendí de una manera diferente; en vez de sentirme por debajo de la sociedad, me convencí de estar por encima de la mayoria. Me eleve a una nube de soberbia y orgullo, desde la cual, junto con los que considere mis iguales, observaba, analizaba e incluso juzgaba a los que no creía que estuvieran a mi nivel. Poco a poco mi nube se redujo ya que los que vivían en ella se elevaron a una nube aun mas exclusiva, otros por el contrario, fueron considerados indignos de mi nube y los baje al plano de la mayoría. Hoy debo confesar que quiero bajar, quiero convivir sin prejuicios, pero tengo miedo, miedo de ser catalogado como "outsider" de nuevo, temo no encajar, sé que no voy a encajar.

Autor invitado cHinOo (primera publicacion)

Requiem por Shihiro

Escribo desde la misma computadora en la que alguna vez, siendo una niña, aprendí a desvelarme por puro gusto. Tiene la tecla de enter mal puesta y se traba, tiene uno de esos teclados que necesitas golpear si de veras quieres escribir una letra, hace cosas raras y tiene tiempo ya que desistí de tratar de hacerla funcionar, más que nada porque hacía ya algunos años que no ponía un dedo en ella. Se convirtió en la computadora pública de todos en casa menos yo el día que cumplí 18 y me regalaron una laptop. Un día antes vi una película que si mal no recuerdo se llama El viaje de Chihiro, un clásico del ánime japonés tengo entendido, yo nunca he sido muy fan, pero fue por eso que mi lap llevó ese nombre. Si hay algo que extraño de ella es mi privacidad. Esta computadora apunta directo a la sala, lo que significa que cualquiera que pase cerca puede ver lo que hago. No, no estoy diciendo que haga o vea cosas prohibidas, es sólo que siempre me ha gustado tener mis secretos. Siempre ha sido fácil para mi sentirme invadida, aún cuando conscientemente sé que no es así. Es tal vez por eso que le agarré ese extraño amor a la noche, a esos momentos de soledad que, por breves que pudieran ser, eran todo en mi vida. Por eso es extraño para mi estar hoy sin mi amada Shihiro, es como si me faltara una extremidad, como si una parte de mi vida se hubiera desvanecido nada más por que sí. Y extraño ser yo misma.






Nota: entrada no publicada por su autor

lunes, 8 de agosto de 2011

Casi Otoño

Trabajo en la computadora, y por la puerta abierta se cuela el viento frío. Su olor trae la noticia de un otoño próximo, de un otoño nuevo. Frío, dulce y triste, alegre y amarillo como tantos otros. Aún no es tiempo, según los expertos, aún no pero yo me siento y veo la luz parda del atardecer que me dice "se equivocan, ellos se equivocan". Ya casi puedo sentir el aroma de noviembre, las frutas cocidas con piloncillo, los niños en día de muertos tocando a la puerta por dulces. Esa sensación de silencio absoluto durante las últimas horas de luz. Y el viento, poco o muy fuerte, que arrastra y arrasa, se lleva todo a su paso. Que canta, que adormece. Una vez alguien me dijo que las nubes de otoño son las mejores, y yo le creí.

Breve despedida

No me gusta escribir sin ganas de escribir, nunca he podido. Siempre que lo hago, acabo arrancando la hoja, dando click en cancelar. Más de una vez me pidieron escribir por encargo, incluso por paga. Ni siquiera así he podido. Nunca he escrito sin inspiración. Sólo quería decir que mi laptop murió, y es probable que me ausente por acá un tiempo, pero no se me ocurre una manera original de hacerlo. Tal vez estoy demasiado acostumbrada a tenerla a mano, a saber que siempre tendré una computadora cerca cuando sienta ganas de escribir, y por eso me da por postergarlo.

Nos leemos pronto.