viernes, 27 de enero de 2012

25 de enero 2012, 2:35 pm

Me acostumbré a verte, creyéndote bolita de pelos en el piso de mi cuarto. Pensé que siempre estarías ahí, esperando a que llegara en las noches, esperando para saludarme. Sabía que un día te irías, y que por saberlo, no dolería tanto. Pensé que estaba preparada. Te lloré antes de tiempo, pero lloro más ahora que ya no tenemos tiempo. Me encierro en mi cuarto, que era nuestro cuarto, y todo lo que veo eres tú. Me siento como respirando agua, te siento aquí a mi lado. Juro que te escucho, pero volteo y ya no estás. Se me olvidó abrazarte más cuando aún teníamos tiempo, caminar a tu lado, rascarte detrás de la oreja que era todo lo que querías. Siempre dije que no tenía amigos de la infancia, vaya día vengo a enterarme de que eso era una mentira.

Dos medallas de obediencia y una de guardia y protección para un poodle de treinta centímetros y una niña de siete años. Un collar blanco nacarado y uno de cadenita. Tres correas amarillas, una almohada deshecha y un swetercito café. Un plato de comida negro y vacío, vacío como mi cuarto sin tí.



Cindy
1997-2012

1 comentario:

TeReSa dijo...

Y hay quienes no logran comprender el vínculo que se logra con un perro.

"Aquí reposan
los restos de una criatura
que fue bella sin vanidad
fuerte sin insolencia,
valiente sin ferocidad
y tuvo todas las virtudes del hombre
y ninguno de sus defectos".

Lord Byron.