miércoles, 30 de mayo de 2012

The not-broken glass

Everything feels like broken glass. I hate it because when I look again, the glass is not broken, it's still there, forbidden me to live. I'm still the lost soul swimming in the fish bowl, my wings are still short and i'm sitting here with this strong urge to fly. But when I look again the glass is still there. But it feels broken. I can't get to realize where is the little open part of this window, I'm the butterfly trapped behind the glass on the living room, looking for a way out. There's no way out. There is no way out. I'm tired of not having time to break down, to feel sad and cry. I'm tired of feeling the only human in this chimp planet, of asking for permission to live my life, of trying to explain to anyone how I feel. They wont understand.  They can't understand. I'm tired of this broken glass that wont brake at all. I'm tired, tired. Sometimes I feel just about to give up, and then, something comes to make me feel it's still worthy. And I'm also tired of that. Of trying to feel I know the answers of the math book, of trying of making myself feel I'm over this mad world, because when I just managed  to accomplish it, something comes to make me realize I'm still tied to something. And I'm tired of that. I'm tired, tired, because when I look again, the glass just feels broken, but it's not.
It's still there, but it feels broken.
I'm not better than anyone. I can't be. I wont be. I'm not stronger. I cry and I bleed just like anyone else.


...maybe I'm the one who's broken....
...maybe, I'm the one who's broken.

viernes, 18 de mayo de 2012

Blame it...







If you find a way out, oh would you just let me know how?
Would you just let me know how?

martes, 15 de mayo de 2012

Demasiado tarde

Las calles de mi ciudad están vacías. Vacías como jamás las verás después de las cinco de la mañana. Uno pensaría que así llegarías rápido a donde fuera, y tal vez suena un poco raro escuchar que aún así, siempre siento que no avanzo a la velocidad que quisiera. Semáforos en rojo y el bache-parche-bache-bache-parche. Tener cuidado porque de noche, todo se vé diferente. Tener cuidado de los coches de adolescente que se brincan los semáforos en rojo sin cautela, sin conciencia. Quién sabe, tal vez eso es lo que me hizo falta: brincarme un par de semáforos en rojo, actuar una que otra vez sin cautela, sin conciencia. Tal vez es para eso que está diseñada la vida y yo me di cuenta demasiado tarde. Tal vez si lo hubiera hecho, hoy no sentiría no haber vivido. Se me olvidó ser adolescente cuando debí, y me doy cuenta ahora, que me llegó la hora de crecer. El otro día me quedaron las palabras de un amigo rebotando en la cabeza: "Creciste, ya no eres como antes, ahora las cosas te importan más". Comienzo a pensar que tal vez no estaba tan equivocado. Tal vez lo que pasa es que me aferro a una niñez que agonizó en silencio por cortesía. Tal vez llegó la hora de que me compre un par de zapatos formales y aprenda a caminar con tacones. Podría pasar que, como tantas veces antes, me equivoqué cuando me dije que jamás me pondría un traje gris, me adaptaría a los horarios, me preocuparía por mi futuro. Podría pasar que un día de estos me decida a actuar como la gente grande y ni yo misma me dé cuenta.

Favor de no comentar.

A los muertos

Hay que dejarlos irse, a los muertos. Al final, los que sufrimos somos nosotros y no ellos. Ellos se van, nosotros aquí nos quedamos, "en este valle de lágrimas". Hay que dejarlos irse, a los muertos. ¿Para qué llorar a un cuerpo inerte que no vé ni siente? ¿Para qué rezar que Dios se los lleve si, de este lado de la línea, nosotros rogamos que se queden? Hay que dejar que se vayan,  los que se quedan a sufrir, somos nosotros. Recitamos una y otra vez nuestras memorias, nos aferramos sin saber si ellos nos recordarán. Nadamos eternamente en el mundo de los muertos conocidos y de este lado se nos olvida vivir. Nosotros nos quedamos. ignorantes de sus últimas imágenes. Ellos cierran los ojos y tú nunca sabrás si, antes de partir, te llevó consigo o no, lloró tu pérdida o no. Si bien son ellos los que mueren, seguro para ellos nosotros morimos también. Por eso hay que dejarlos irse, a los muertos. Hay que dejarlos nadar en ese mar al que un día llegaremos. Es fácil decir "no llores", cuando no eres tú el que está muriendo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Como quien camina resignado a la horca.




Tell me where I'm, supposed to begin.
An unhappy life, workin',
Some kind of dead end job.

sábado, 5 de mayo de 2012

0 cosas que tengo que decirte

A veces me parece curiosa la forma en que cambia cómo escribo dependiendo de mi estado de ánimo. Hay ciertos estados en los que tengo tantas cosas qué decir en la cabeza, que no encuentro forma de ordenarlas, de decirlas. Es como si mis dedos de pronto comenzaran a vomitar símbolos mezclados con letras, que entiendo yo pero nadie más, y así no tiene caso escribirlas. Algunas veces lo hago de todas formas y cuando releo y trato de corregir, es como si sólo supiera o quisiera decir /(%( aogh ·%/(%&%)/(&()/() gigfifgauiy (/&& fedfah. Debo decir que es bizarramente divertido, pero sobre todo es frustrante, me hace enojar más de lo que logra tranquilizarme, me siento como una rata enjaulada, encerrada, como si mi mente quisiera de alguna forma escapar de la prisión de mi cerebro. Supongo que, como mero ejercicio psicológico, como era cuando comencé a escribir, valdría la pena publicar mis sopas de letras con la remota esperanza de que alguien lo entendiera, o tal vez sabiendo que nadie lo entenderá y reconfortándome en ello. Yo qué sé, al final no es tanta la diferencia. Tal vez mi blog es justo como el libro de marinero, que al terminar de escribir, al fin y al cabo, acabará en el fondo del océano. No, no digo esto con el afán de rogar por un comentario ni mucho menos, eso es algo que yo no haría en mi sano juicio. Es sólo que tal vez no soy tan diferente de los adolescentes que amenazan con suicidios con la simple y llana intención de llamar la atención. Esperar un comentario en mi blog es como esperar a que suene mi celular o el timbre de mi casa. Rara vez pasa, y cuando pasa, pocas veces es una buena sorpresa. No, tampoco quiero decir que no suene, suena de vez en cuando; vendedores, testigos de jeova y una que otra visita previamente anunciada. ¿Qué le voy a hacer? me gustan las sorpresas. Igual sorpresa se ha vuelto últimamente recibir un comentario esporádico en alguna entrada de mi blog; ¿Será que no escribo tan bien como pienso y lo mío es pura sobrebia? En eso no puedo estar equivocada, lo mío, es pura soberbia. Pero, hey!, conozco gente con más soberbia que yo que no tiene que rogar por un comentario, por una llamada, por una visita. Ya lo dije antes, tal vez yo así lo quise. Es sólo que he pasado tanto tiempo sola (o mal acompañada) que siento que es egoista de mi parte pedirte que estés aquí cuando te necesito.


Prendí el calentador hace media hora pensando en mojarme, comienza a llover y me pregunto qué tan mala idea sería bañarme bajo la lluvia, como cuando era algo más joven y no me molestaba del todo el frío, ni el agua, ni la tierra mojada. Tal vez es mucho pedir que pase algo, que me pase algo que valga la pena. Tal vez cometo un error esperando en mi cuarto a que la alegría aviente piedritas a mi ventana. Es como si toda mi vida la hubiera perdido esperando, y esprando. Y sigo esperando y no pasa nada. Pero cuál es la diferencia, si, de todas formas afuera llueve, y cuando llueve, el mundo se detiene. Ya nadie vendrá, ni sonará mi celular ni el timbre de mi casa. Y, ¿Qué tanta es la diferencia entre yo y uno de esos niños emo que tienen blogs para lamentarse de su soledad, para sentir pena por ellos mismos? ¿Que yo sé poner acentos y ellos no? ¿Que yo no salgo a embriagarme y ellos sí? ¿Que ellos tienen amigos y yo no? A veces me da por pensar que tal vez me gustaría aprender algo de ellos.


... nd i've got a strong urge to fly... but i have nowhere to fly to...

jueves, 3 de mayo de 2012

y contando...



Si me preguntas si tengo sueño, te diré que sí. Te diré que sí y que me aferro, que como gato saco las garras, las clavo en la alfombra mientras algo me toma por detrás y me arrastra. Y le pido al tiempo, por favor detente, por favor detente. Por favor que se detenga.Pero el tiempo es como el hombre del traje gris; Yo sólo hago mi trabajo. Yo solamente hago mi trabajo.

Mañana voy a la escuela y probablemente no vuelva a desvelarme por gusto.
Poco menos de 19 horas para sentirme "el hombre del traje gris"

Same old fears



Las calles de la ciudad de México con su parche-bache-parche-parche-bache. Y esos semáforos que después de medianoche parpadean en amarillo-apagado-amarillo-apagado. Apagado. Y ese olorcito tan particular de las noches al sur de mi ciudad que me hace recordar aquellas noches oscuras en que me desvelaba con alcohol, tabaco y J. Sabina, yo solita en mi habitación, con la ventana abierta y el canto de los grillos. Algún compañero de mis noches sin dormir, que me iguale en intelecto,  que tenga la capacidad de retarme. Cómo ha pasado el tiempo, qué poco y qué lejos se vé. No puedo evitar la nostalgia, no solamente por las noches sino por las épocas. Entonces todo era tan sencillo: No hay más de lo que ves. Me pregunto si a un maestro se le permite tener miedo. Me pregunto cómo se supone que debo comportarme si ni siquiera sé qué o quién soy exactamente. En teoría, debería ser fácil. Diseñadora, fotógrafa, pintora, Master-Reiki, Deeksha giver, cabalista. Mujer, joven, estudiante del sur del Distrito Federal. Qué fácil era todo. Qué extraño cuando alguien llega y de la nada te dice que no eres nada de lo que creías ser, y no sólo eso, sino que le crees, y te quedas con la misma cara de WTF que al principio. Tal vez una peor. Qué curioso que después de tantos años de buscar la muerte, viene a resultar que le temo, más ahora que sé cómo se ve de cerca. Me jactaba de no conocer mis miedos, al grado de pensar que tal vez no tenía ninguno. Veía a los humanos por encima del hombro y por ello estaba orgullosa. Fumaba pensando que moriría joven, tomaba porque esta realidad se me antojaba mal encuadrada. Buscaba realidades nuevas porque esta me parece aburrida. Muy cuadrada, lenta, dura, ilógica. Y moría de a poquitos pensando que eso era la vida. Qué equivocada estaba. Cómo extraño aquellos días.

No, no diré que no soy feliz. No maldeciré tampoco a la píldora roja ni me lamentaré de mi situación. Me gusta, no estaría mejor en otro lado, sé haber tomado las decisiones correctas. Pero eso no resuelve nada, y sigo caminando por inercia, por esa vocesita en mi oido izquierdo que me recuerda que el camino está, y siempre ha estado, bajo mis pies. A veces me pregunto si es que el camino anda en círculos, pues recuerdo haber estado aquí antes. Exactamente en este punto en el que no sé dónde estoy. Haciendo memoria, tal vez nunca lo he sabido. Pero aún así me siento y respiro hondo, todo a mi alrededor parece indicar que estoy a salvo. Estoy a salvo, lo sé. Luego entonces, ¿A qué le temo? ¿Es que a caso siempre hay algo qué temer? No hay nada que me haga falta, nada que me sobre, nada que me dañe y aún así, temo. Temo morir sin estar cien porciento segura de que todos a quienes amo saben que los amo. Temo morir siendo una estrella joven que aún no ha alcanzado brillar. Temo morir, no por morir en sí, si no que temo morir sin antes haber vivido. Es por eso que pesa tanto la arena del reloj que cae sobre mis hombros. No soy tan joven como quisiera y no hay quien parezca entenderlo. Entender que no he hecho la mitad de las cosas que los niños de mi edad hicieron en su tiempo, que no tengo historias qué contar de cuando era joven, que me siento atrapada en un semáforo en rojo que no parece tener ganas de ponerse en verde. Yo sé, y sé bien, que no hay nada qué temer. Y luego entonces, ¿A qué le temo?. A convertirme en el hombre del traje gris. A volverme una esclava más del tiempo, vivir para trabajar y morir trabajando. A ver mis granitos de arena pasar frente al reloj de la oficina. A morir sin antes haber vivido, a no poder vivir porque tengo que levantarme temprano al otro día, por que no puedo faltar un día a la escuela. Pero ahí voy de nuevo como el hombre que camina a la horca resignado, a atarme de nuevo al tiempo para poder añadir una etiquetita más a la lista, un papel que avale que soy digna de pertenecer a la sociedad, que tengo valor como persona.

Diseñadora, fotógrafa, pintora, Master-Reiki, Deeksha giver, cabalista, Lic. Arquitecta.