martes, 15 de mayo de 2012

A los muertos

Hay que dejarlos irse, a los muertos. Al final, los que sufrimos somos nosotros y no ellos. Ellos se van, nosotros aquí nos quedamos, "en este valle de lágrimas". Hay que dejarlos irse, a los muertos. ¿Para qué llorar a un cuerpo inerte que no vé ni siente? ¿Para qué rezar que Dios se los lleve si, de este lado de la línea, nosotros rogamos que se queden? Hay que dejar que se vayan,  los que se quedan a sufrir, somos nosotros. Recitamos una y otra vez nuestras memorias, nos aferramos sin saber si ellos nos recordarán. Nadamos eternamente en el mundo de los muertos conocidos y de este lado se nos olvida vivir. Nosotros nos quedamos. ignorantes de sus últimas imágenes. Ellos cierran los ojos y tú nunca sabrás si, antes de partir, te llevó consigo o no, lloró tu pérdida o no. Si bien son ellos los que mueren, seguro para ellos nosotros morimos también. Por eso hay que dejarlos irse, a los muertos. Hay que dejarlos nadar en ese mar al que un día llegaremos. Es fácil decir "no llores", cuando no eres tú el que está muriendo.

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