lunes, 23 de julio de 2012

Los semáforos en verde

Ver mi ciudad de lejos me hace pensar cosas curiosas. Recuerdo casi perfectamente lo que sentía cuando lo hacía desde la terracita afuera de la cocina en mi casita blanca en San Pedro Mártir, o desde su techo, o desde el capulín. Era una cosa rara, melancólica-nostálgica, de sentirme habitante de un lugar al que nunca había pertenecido. No podría explicarte, supongo que tendrías que ser como yo para entender esa relación de amorodio que tengo con esta ciudad que huele a smog y borrachos por las noches, que se adorna Tlalpan con mujeres alegres, que se burla de la inteligencia humana con su política democrática. Pero también huele a humedad y ese olorcito tan particular de las noches al sur de mi ciudad que siempre me ha provocado tantas sensaciones que nombrarlas sería inútil, así como las casas de Coyoacán y sus cafés y sus plazas y su casi-ausencia de balaceras. Hoy cuando venía de regreso por la carretera y mi novio me pidió que nombrara un lugar conocido, no supe cómo contestarle. Ni siquiera busqué, ni lo pensé, no lo intenté. Me es tan desconocida como a un extranjero y a la vez tan familiar como el lugar donde nací, y mirarla de lejos hoy se me antojó casi romántico, casi... fascinante. Casi podría decir que la he extrañado, aún siendo que sólo la dejé por un par de horas. Tal vez mi misión en la vida esté encerrada aquí, tal vez aquí está mi destino. Pero también tal vez la razón es que me aterra alejarme por una especie de "mejor malo conocido" que aún contra mis principios no me dejará partir. Sí, tal vez quiero conocer el mundo. Sí, quiero conocer el mundo, pero no por eso sería capaz de dejar esta mugrosa ciudad que me enamora y me atormenta con sus aromas y colores sin antes pedirme permiso. Tal vez es el tintineo de sus lucesitas blancas y amarillas cuando la veo de lejos que hipnotiza. Tal vez es que aquí, para mi, todos los semáforos están en verde.
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Un día compraré esa casita blanca, y le pondré una alberca pequeña en el jardín.
Tal vez compre todo el maldito pueblo.

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