lunes, 29 de octubre de 2012

Un ave gorda

El otro día cayó en mi patio una tortolita a la que le falta un ala. Tenemos la teoría de que la atrapó un gato y escapó, pero dejando atrás muchas plumas. Se sienta junto a mi en silencio y me observa, no sé si me teme. Le di comida y se la acabó, pensé que por eso había venido. Le dí más y no comió pero tampoco se fue. Me pregunto si podrá volar de nuevo, en todo caso qué haré con él/ella si no. No me atrevo a enjaularla, si me acerco mucho me huye, y anda dejando por la casa regalitos de ave. Es así que sé que sigue aquí cuando no la encuentro en mucho tiempo. Mi hermano dice que también con él se queda quieta si no se le acerca mucho, me preocupa que les pierda el miedo a los humanos y alguno vaya a herirla, ya ves cómo son los humanos. Volteo a verla y noto que ella me observa a mi, todo el tiempo. Si no la hago hacer ejercicio pronto será un ave gorda gorda. Me preocupa que si sus plumas vuelven a crecer, pierda condición para volar de nuevo, y se quede en mi casa, gorda, pero querida. Y me preocupa eso también, que vaya yo a encariñarme con ella y un día resulte que sí pudo volar, llegar un día a casa y darme cuenta de que se fue sin despedirse, simplemente un día notar que ya no está.

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