miércoles, 7 de noviembre de 2012

La belleza de la muerte

O algo así se llama la película que me prestó un amigo, que es espiritual a medias, a pocos días de haber pasado día de muertos. Pocas ganas tengo de hablar hoy a cerca de la invasión gringa con su halloween y sus espectros del más allá, que no son necesariamente muertos. O de las ofrendas pseudo mexicanas que han caido en decadencia y en el olvido junto con muchos otros detalles de esta tradición tan muerta como el día de muertos. No, no quiero hablar de eso, no por no delatar mi ignorancia sobre el tema, sino porque ya de eso he tenido bastante estos días. Quiero hablar de los muertos, de mis muertos, y no sé por dónde comenzar. Tal vez por el primero, por mi papá, tal vez por el que más duele hoy, el de mi perrita, yo que sé. No sé, tal vez es que no es ese el tipo de muertos de los que quiero hablar, de esos no hay mucho ya qué decir, se fueron y hay veces que los muertos deben quedarse justo donde están los muertos, en el pasado. Podría ser de esa gente que ha quedado ya tanto en el pasado que ya uno no sabe si siguen vivos todavía, si el desgaste de la vida no ha hecho de las suyas. Me gusta pensar que están vivos, y que un día cualquiera caminando por la calle podría encontrarme con alguno, reconocer nuestros rostros y tal vez comparar lo que fue de nuestros destinos desde aquél pasado tortuoso en el que nos conocimos. Estadísticamente, es poco probable que te encuentres a alguien que marcó tu vida, alguien cuyo nombre no tome mucho tiempo recordar. Me pasó una vez, se llamaba Nefi Baron, un joven rubio y muy alto, no muy agraciado físicamente, que me dijo en su tiempo cosas que hoy sé que jamás se me olvidarán. Y yo no sé si me dolió que cuando me lo encontré de frente no sólo no me reconoció, sino que cuando intenté hablarle huyó de mi como si fuera algún tipo de loca persiguiendo desconocidos por la calle. Si, eso puede pasar. También puede pasar que por facebook uno encuentre gente que no se esperaba, gente de la que tal vez uno no hubiera querido volver a saber en la vida. Ha de tener poco más de un año ya que alguien de la secundaria me agregó a facebook, y a partir de ahí otros muchos me enviaron solicitudes. Las acepté todas y culpé a la curiosidad. Organizaron una reunión de la secundaria, lo que me sorprendió fue que me invitaron. Yo no sé si llamarle cobardía, ese afan mío de huir de los muertos no porque les tema... o tal vez... porque les temo más de lo que debería.

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