domingo, 9 de diciembre de 2012

Andar en bicicleta.

La vida es como andar en bicicleta, es mejor en movimiento, pero si dudas, te caes. Lo dije hace un tiempo y pensé que era una idea brillante, luego descubrí que Einstein ya había dicho algo muy parecido. Es verdad sin embargo, es más divertida de bajada pero más satisfactoria de subida. Puede ser que ya lo supiera desde antes, pero últimamente ha cobrado un significado algo diferente. Entre otras cosas por aquella vez que me caí de la bicicleta y de puro milagro no me rompí nada, no sé qué tanto se relacione con la vida en general, pero le agarré un miedo muy curioso a ir rápido y de bajada, un vértigo que es hasta cierto punto divertido porque puede que también sea peligroso. Debe ser eso a lo que llaman adrenalina... no me es del todo agradable.

Si es verdad que hay cosas que nunca cambian, me gustaría que una de ellas fuera esa repulsión mía a los hombres de traje y oficina, mi resistencia a ser yo algún día uno de ellos. Y sin embargo esa sensación de llegar a la cima después de la subida, dígase sacar un MB en la escuela, es reconfortante. Hace mucho que ya no me importa que en mi familia me vean como la fracasada que estudió artes porque no tenía capacidad para nada en la vida, al punto de que traté de ocultar mi MB y mis éxitos en la escuela, pensando en que mi familia me quiera por quien soy y no por lo que tengo/lo que hago. No funciona así al parecer y nunca lo hará, lo cual es una pena porque no planeo repartir mis triunfos con gente a la que sólo le importo si soy la mujer formal de traje y oficina. Sin embargo no me imagino tampoco como la clásica artista que vive al día en su estudio con nada más que pinturas y marihuana, es algo complejo para mi, ese hacer planes sin querer caer en los extremos, más aún cuando son esos extremos los que se consideran "socialmente aceptables". Incluso el artista loco perdido es de cierta manera aceptado por el hecho de ser artista. Y para mi vuelve a ser de nuevo el mismo conflicto de las medias tintas que tanto me ha atormentado desde muy niña; "demasiado inteligente para ser tonta y demasiado tonta para ser inteligente" "demasiado normal para ser rara y demasiado rara para ser normal". Es... frustrante, por decirlo de alguna manera, el no pertenecer ni a un grupo ni al otro, no por que no sea uno ni el otro sino porque soy los dos. Ahj, me complico la vida, más de lo que debería a veces. Más de lo que esperaba para una entrada que estaba destinada a ser corta, una idea concisa que de tanto irme por las ramas ya se me olvidó. O bueno, tal vez no tanto por las ramas sino que poco a poco va bajando al tronco.

Estos últimos meses han sido para mi el camino de subida de la bicicleta. Entre otras muchas cosas, por la carga de trabajos en la escuela y el terror que le tengo a la misma. Jamás me creí capaz de sacar un MB, tal vez porque me pesó mucho la escuela cuando estudié diseño y algo más cuando estudié artes. Este trimestre hasta llegué a tener la sensación de estar haciendo trampa, como si todo lo que hice lo hubiera hecho en camino de bajada. Y nos lo advirtió uno de los maestros, que sufriríamos como nunca pero lo íbamos a disfrutar tanto que no lo íbamos a querer dejar. Y lo culpo a él en parte, por ser el primer maestro que he conocido capaz de inspirarme lo suficiente como para tratar de dejar atrás ese miedo a la escuela, sólo por el mero gusto de saber lo que se siente llegar a la cima de la subida, no por probarle a mi familia que valgo como persona (de ser por eso ni me molestaría en hacer nada), sino por el reto que representa para mi, un reto que seguramente no suena tan de subida para los demás como lo es para mí.

Lo curioso del caso es que yo sé que en la cima está la meta de superarme, de vencer el reto, de saberme la mejor en lo que hago, de saber que soy capaz de cosas que ni yo misma hubiera imaginado... pero sé también que ahí, de pie sobre la cima, está esperándome el hombre del traje gris.

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