viernes, 17 de enero de 2014

Intimidades

Me pregunto si la madre de Frida Kalho estaba viva cuando pasó todo aquello de sus romances lésbicos y escándalos amorosos, si se habrá enterado, qué habrá opinado. Ser artista es abrir tu alma como una lata de atún y vaciarla en el lienzo en blanco. No cualquiera tiene el valor de desnudarse de esa manera, el arte no es para cobardes. Es como publicar las notas de tu psiquiatra en un periódico popular y esperar que tus secretos no sean juzgados, analizados. No faltará el que quiera medicarte ni el que tenga miedo de tu mente audaz pero poco cuerda. Mi comunicación con mi madre nunca fue buena, ha de ser por eso que me preocupo, ahora que no sabemos si llegará a ver la siguiente primavera. No me gustaría que sus últimos recuerdos de su hija sean la prueba real de que debió obligarme a ir al psiquiatra cuando era niña. Odio que esta idea revolotee por mi cabeza, me impide ser libre. No podría verla a la cara en las mañanas que le quedan, no sé si podría hacerlo aún si llegara a vieja. El arte no es para cobardes, pero, ¿Qué hacer cuando el bienestar de alguien más depende de mi de esa manera?. Yo sé que se arrepiente de cómo me educó, se arrepiente de esta libertad que me enseñó cuando yo pensaba que estaba cautiva, de no haberme medicado cuando debió, de no haber encontrado alguna forma creativa de convencerme de terminar una carrera. Se arrepiente de cosas que yo le agradezco desde el alma. Pero, ¿Cómo decirle?, "ahora que puede que estés muriendo hay algo que debo decirte"?, siempre he pensado que eso no se hace. Nadie debería tener ese poder sobre nadie. Ese tipo de cosas te impiden ser libre. Son las ventajas del anonimato, de saber que de esos a los que les he permitido llegar aquí, a pocos si no es que a nadie le importa suficiente para pasar a darse una vuelta. Tal vez me gusta estar sola en mis tormentas, el tiempo, entre otras muchas cosas, me ha enseñado que nadie puede ayudarte a sentirte mejor. A veces me odio a mi misma por esta soledad que yo misma me construí, de esta manía mía de ver pasar a la gente, de dejarlos ir así nada más y luego extrañarlos porque no tengo a nadie a quién contarle que mi madre está muriendo. Nadie a quien pedirle consejos que en realidad no quiero escuchar. No quiero escucharlos decir nada y sin embargo tampoco quiero estar sola. Y odio también las contradicciones, mis no sé cuantos mil amigos en facebook y las tres pinches líneas que logro intercambiar con uno que otro de vez en cuando, esta cosa que me amarra la lengua y me impide decir que me siento revolcándome en mi suciedad porque no me atrevo a decirle a nadie que estoy aterrada. Eso y que nadie me pregunte nunca nada. Eso y estas malditas ganas de fumar cuando ya llevo hoy más de lo que debería. Y esas ganas de darle tres tragos al tequila del novio de mi madre, así, como va. Mis ganas de perder el piso, de hacer que mi cabeza sea un globo y salir volando. Y mis ganas de dibujar las cosas que traigo en la cabeza y la vergüenza que me daría que mi madre lo viera.

1 comentario:

Victor A. dijo...

aspira fuerte, y vive, lo que es pasado asi es. lo que es presente esta siendo, y el futuro, tu lo decides!
si te nace hacer algo, hazlo vivelo y se fuerte! todo es "un momento" a veces largo o muy corto segun se vea, el arrepentimiento no cambia nada, pero todo lo que hagas o dejes de hacer influye en el futuro, en tu futuro, demuestrate a ti misma que eres mejor de lo que ella puede pensar de ti! esa sera la mejor forma de decir todo saludos!