jueves, 10 de julio de 2014

Este adiós no maquilla un hasta luego.

Una hora y diez minutos para decidir si salgo a la tienda por una cajetilla de cigarros y me robo las botellas de Gerardo o me quedo en casa, como buena niña, y duermo temprano, y no fumo, y no amarro mi cabeza a un globo de helio. Una hora y diez minutos, tantas cosas pueden pasar. Puede pasar que suene el teléfono y de estar platicando se me olvide. No lo creo. Puede ser que llegue un mensaje de facebook invitándome a algo menos patético y yo diga que sí, para escapar, escapar igual que siempre. También podría ser que me de sueño y me quede dormida en el transcurso. Que me pase una hora y diez minutos escribiendo. Puede ser que caiga un meteorito, que pase una lluvia de estrellas y Ellie me invite a pasear. Puede que caigan flores del cielo esas malditas flores. O que por alguna bizarra razón suene el timbre y sea un humano quien me invite a pasear más fácil llueven flores. O que no encuentre globos ni helio ni cordeles. Ni licores ni cigarros. O que el idiota de tu ex te diga mentirosa de la forma más cobarde y tú seas aún más cobarde para decirle que se engaña para autocompadecerse y que encima ya no te importe que te crea o no que nunca le mentiste o que te importa tanto que prefieres que te crea la villana por su propio bien y no te atreves a decirle que es un imbécil, que habrías huido con él en una combi si te lo pedía pero no fue capaz de dejar de fumar, que nunca te hizo sentir razón suficiente, que siempre odiaste que no fuera capaz de hacer algo por su cuenta y que odias que esté haciendo las cosas que quisiste hacer con él y no tuvo la fuerza y tú tampoco y que odias toda la situación y que te mueres por decirle tantas cosas para no quedar como villana pero no lo harás porque es un pendejo que no es capaz de decirte mentirosa en tu cara ni fue capaz de decir hagamos algo para salvarnos en lugar de gracias y ya me voy cuando se te ocurrio la brillante idea de decirle que ya no estabas a gusto y te sientes mas pendeja que el porque no eres capaz de decirle nada de lo que estás pensando, nada de lo que estás sintiendo porque sabes que este adios no maquilla un hasta luego y ya no tiene caso torturarse el hígado con enojos pendejos porque encima de todo el nunca creyó nada de lo que le dijiste y por eso se fue pensando que lo engañaste y te arrepientes de no haberlo hecho para que al menos valiera la pena soportar sus pendejadas.

Treinta y ocho minutos, yo voy por cigarros y cerveza.

A la chingada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me quedé con ganas de ir a beber contigo, me gustaría hacerlo algún día, creo que no podríamos ser amigos pero sería muy divertido tener una noche de copas contigo.