lunes, 13 de octubre de 2014

Instantes (Otra vez mamá)

A veces se nos olvida que están muertos, los muertos.
Y preparamos desayuno para cuatro
llamamos sus propiedades como suyas
pensamos en ellos cuando vemos algo qué regalarles
vamos por la calle y pensamos "llegando a casa le preguntaré..."

Y entonces, por un segundo están vivos
un milésimo instante en el que sentimos la alegría
la perspectiva de compartir con ellos
de contarles cosas
de regalarles cosas
de comer con ellos.

Instante que no dura;
se lo come el recuerdo.

Los vivos nos enfrentamos a la realidad
de que se han ido
de que nos dejaron
sus cajones llenos de ropa, nuestras dudas
la esperanza de verlos sonreir.

Y mueren de nuevo,
una vez más
algo se rompe dentro de ti y sientes su agonía,
recuerdas que no te despediste,
vuelves a vivir el funeral
y ese momento maldito en que caiste en cuenta
de qué significa la muerte realidad.

Ya no recuerdas sus cumpleaños,
tus cumpleaños con ella,
no volverás a escuchar historias de tu infancia,
nunca podrás preguntarle
si ese chico te conviene.

En un instante la vida te arrebata
lo que más querías en este mundo.
Un instante que duele tanto
que es capaz de arrancarte la vida.

Escribir de nuevo

Es de idiotas pensar que somos todos iguales
No somos todos iguales, no, estamos los rotos
y están quienes nos rompieron.
Yo no nací con el alma rota, fue este mundo maldito malencuadrado,
fueron los muertos de trajes grises de dos botones y corbata.

Quién sabe que es tu corazón quien baila y se derrama
quién sabe que es no es tinta sino sangre vida lo que se gasta sobre el lienzo
quién entiende a tus labios que se incendian si no escupen el veneno.

Cómo esperar que sean ellos quienes aplaudan tus dibujos que no entienden ni valoran
cómo creer que es sincero el halago de quien sólo puede contemplar su ego
cómo exponer tu ser a quienes rompieron tu espíritu.

Tal vez por la nostalgia de sentirte niña, vulnerable
tal vez para mostrarles que sangraron tu cuerpo
pero no lograron doblegar tu alma
Tal vez poque hay quien entiende tus ojos de fuego
que se negaron a callar su llanto.

Y escribiré de nuevo.