viernes, 13 de marzo de 2015

El colibrí que se creyó tortuga (Lluvia de recuerdos)

(Eterna soledad, Enanitos Verdes)

Recuerdo una niña escribiendo en un cuaderno scribbe de portada de plástico, cuadro chico. Era rojo, y en la portada decía algo, con letras negras, no recuerdo qué. Y recuerdo que escribía porque tenía miedo de crecer y olvidar cómo se sentía ser una niña, de convertirse en uno de esos adultos que le rompieron la infancia, de perdonar a esos niños que le rompieron el alma. Pero esa niña no era yo. Recuerdo que se pintaba las uñas de negro aunque en la escuela estuviera prohibido. Se escapaba del mundo, se creaba uno para ella sola, uno hecho de hojas de cuaderno tamaño francés cuadro chico, se montaba en sus barquitos de papel y viajaba lejos. Soñaba con volar, sólo soñaba porque no sabía que tenía alas. Qué ganas de decir que era tonta; no lo haré. Era triste y le gustaba serlo, nadie la entendía como nadie entiende a los adolescentes. Y tenía miedo, yo creo que justamente a eso, alguna parte en su interior sabía que venía una tormenta. Y yo no sé por qué temía tanto cuando, incluso antes, su vida siempre fue una gran tormenta. La cosa es que tenía miedo y no  sabía que lo tenía. Tampoco sabía qué era el miedo. Era un colibrí que nunca se había visto en un espejo, y confundió sus plumas con aletas, sus alas con caparazón.

(Eran tres canciones, Eterna soledad, Knockin on heavens door de Avril Lavigne... la tercera va aquí y no logro recordar cuál era.)

Me recuerdo sobreviviendo a base de cerveza y café. El pelo pintado de rosa, odiando al mundo y sabiendo que el mundo me odiaba a mi. Qué más daba ir dejando la vida en cada bocanada de humo, sangrar de vez en cuando para recordar que estaba viva y también, que podía morir. Que ahí estaba mi amiga en la esquina de la habitación, contando milímetros, encendiendo cigarros, abrazando mis ausencias, mis vacíos, mi muerte. Me recuerdo disfrutando el humo que me quitaba la vida.

(Entre pairos y derivas, Fernando Delgadillo) 

Y recuerdo a quien me dijo alguna vez "Me duele más a mi que a ti cuando haces eso". Lo intentó, lo sé, le agradezco, pero no logró repararme. A veces todavía me pregunto si se acuerda de mi o más bien, por qué o cómo me recuerda. Podría buscarlo, preguntarle qué fue de su vida, contarle qué fue de la mía, pero no lo haré. Comenzamos a andar un 29 de norecuerdoquémes, y recuerdo haberlo dejado el día 24 de febrero, porque febrero ese año no tenía día 29 entre otras varias cosas.

(The scientist, Coldplay)

Todavía tengo los pinceles que, cuando tenía quince años, me pidieron como parte del material para aprender a pintar en acuarela. Qué rara es la vida, que me abrió tantas puertas, tantas que yo misma decidí cerrar. Y recuerdo también al joven rubio de ojos azules que me hizo ver la vida con otro cristal y luego, así sin más, me olvidó. Nefi Alejandro, sí. Baron, sin acento, austriaco o algo así. Nobody said it was easy, no one ever said it would be this hard. Y a los niños que me enseñaron qué no es un amigo, tal vez que está bien y es normal que los amigos abandonen.

(La canción más hermosa del mundo) 

Y te recuerdo a ti, también, por si pensabas que no.
Y mis manos temblorosas conociendo la suavidad de las tuyas cuando en un café en norecuerdoquéesquinadeCoyoacán me ayudaste a encender un cigarro. Yo no podía, y tampoco podía tomar la cantidad de alcohol que pusiste en mi café. Nunca te pregunté pero creo que es muy obvio que notaste que había estado llorando. Lloraba mucho en esa época, y a veces me pregunto si fue por eso que fuiste tan cobarde. Porque lo fuiste, lo fuimos, lo seguimos siendo. Me sería tan, pero tan fácil encontrarte; no lo haré. Tampoco gastaré lo que queda de mi noche tratando de enlistar las veces que volviste a mi vida para después desvanecerte entre las sobras, y de luego renacer de entre los muertos y volver a morir para volver de nuevo.

(Nocturnal, Alejandro Markovich)

Sé ahora que el mundo funciona a base de espejos, que no vemos lo que vemos sino que lo creamos, pero no lo sabía cuando creé al chico aquél de ojos tristes y voz extraña que me enseñó el verdadero significado de las noches en vela y de la tristeza. Y tanto de música, y nada de música. A él tal vez lo buscaría, para preguntarle el nombre de un par de canciones, pero no lo haré porque no sé cómo. (Fast car, Tracy Chapman) 

(Delirium Tremens, Sabina y Páez)

(Yellow ledbetter, Pearl Jam) (Stranged, Guns & Roses)

Ya estaba en Pakal cuando pasé poco más de un mes sin comer en la escuela para comprar mi restirador. Creo que no lo pienso demasiado, pero la verdad es que le tengo mucho cariño. Podría prescindir de la cama, del tocador, incluso del librero blanco, pero el librero pequeño y el restirador con su banco llevan encima mi vida, las marcas de quemaduras de cigarro y los eventuales derrames de pintura, de agua. (Quien fuera, Silvio Rodriguez, La canción de los buenos borrachos, Sabina y Páez) Llevan mis noches en vela y el recuerdo del olor del alcohol, de las botellas escondidas debajo de la cama y los cigarros robados. De todos los poemas, de todas las lágrimas, del olor de la noche y la luna disfrazada de farol. De las gotas de lluvia que bañaban mis recuerdos y los llevaban allá arriba, lejos, entre las nubes de algodón de dulce que nunca me atreví a tocar.

(Nothing else matters y Whiskey in the jar, Metallica)

Recuerdo que me aterraba mi naturaleza de ave y que me prohibía volar por encima de los cables de luz, demasiado alto, porque mientras más alto vueles, más grave es la caida. Así que me refugiaba en un intento vago de tocar la guitarra, en las notas torpes y desafinadas de mi Nanilka y en un mundo de adultos al que no pertenecía. Pero es que tampoco pertenecía a ningún otro mundo, y así, perdida, encarcelada, se me fue la vida.





(Yellow, Coldplay)

Y recuerdo también al carcelero, con una mezcla de odio y agradecimiento, un poco de hastío y miedo. Aprendí tanto, pero tanto con él, a cerca de tantas cosas y de tantas maneras. Aprendí de todo menos a volar, como se supone que a esa edad aprende un colibrí sano. Aprendí de tipos de jaulas y mucho de seguridad dependencia y de lujo. De música, de arte, de la vida y del encierro.

(Bedshaped, Keane)

Yo quería aprender de arte cuando entré a la ENAP, por la mala, a la fuerza. En realidad quería contemplar las nubes y las jacarandas. Qué tonta fui pensando que las nubes de algodón de dulce sólo flotaban por ahí en otoño; era primavera cuando las descubrí. Recuerdo al niño del que me enamoré pensando que me enamoraba de él cuando en realidad buscaba su recuerdo. Y el olor de la pintura del que también me enamoré sincera y permanentemente; el mundo tan bello que descubrí saliendo de mis manos, de mis lápices, de mi aliento, mi pasión, mi vida.

...

Y luego me recuerdo muriendo. Al idiota que no fue capaz de mentirme para aliviar mi muerte y el torbellino negro, a la mujer que siempre desaprobó todo lo que yo hacía y a mi madre, ahí junto a mi fingiendo calma. Ay, mamá, si hoy pudiera decirte...  A Gerardo nervioso y haciendo sus tonterías habituales, y chorros de sangre que no ayudaban a subirme la presión Me recuerdo muriendo arrepentida de haber querido morir. me pregunto si tu también te arrepentiste en su momento. Y también, me recuerdo decidiendo vivir.



(Mañana sigo)

Dejar de comer carne
Curso de deeksha
Clases de cábala
mandalas
Morir de nuevo  yemaya asessu
Retiro a los 21 en agustinillo La mariposa
Ludwing (Angel, Sarah McLahan)Raindrops
Maestría Reiki y la pancita de Guimel
UAM Gabriel personaje

Tlaxcala, Gabriel, te extraño 
A veces me pregunto si piensas que no te extraño, que no pienso en ti para nada y que nunca tengo ganas de llamarte. La verdad es que sí, te extraño, te pienso. Nunca te dije que te quería, que me agradaba tenerte a una distancia prudente, ni muy cerca ni muy lejos, como todos mis amigos. Así soy, nací ave, no puedo evitarlo. Hoy estuve pensando en ti, entre otras muchas cosas. Me conoces, nunca dejo de pensar y a veces me canso un poco. La cosa es que te extraño ya veces quisiera buscarte. Pero también, no lo haré.

Merak Yo te seguiré (Al final no podía seguirte.)
Dejar la UAM, abandonar la vida? Rush of blood to the head
Mamá
Alde (I am yours) vivir mi futuro contigo, envejecer juntos
Dejar la pared, conservar la ardilla.
Darse cuenta de que se nació colibrí, amar a los gusanos (Gusanitos medidores)
La tercera muerte Miedo o aventura


Hay días en que todavía siento ganas de volver al humo, noches en que quiero perder el piso, honrar mis noches de poesía y alcohol con un poco de ron con cocacola y letras desordenadas. Pero ya no es tiempo. No. Llegó la hora de dejar atrás my beautiful mess inside. Es tiempo de ordenar las letras, descorrer los velos, matar a los muertos y volar de nuevo, esta vez, probar al fin sin culpa ni miedo las nubes de algodón de dulce que siempre estuvieron ahí, como el camino bajo mis pies, pero que nunca me atreví a mirar hacia arriba.

Bye bye beautiful.

(Somiatruites, Albert Plá)