A veces me alegra un poco pensar que hay alguien más que piensa como yo en este planeta. Otras, me hace sentir poco original. Cual sea la ocasión, siempre es un tanto fascinante verse reflejado en algo que alguien, a no sé cuántos kilómetros de distancia, que nació no sé cuándo a no sé cuánto de distancia del lugar donde yo nací, y del otro lado del mundo, sepa retratar de una manera tan espectacular y en diez minutos de filmación, algo que yo no he sido capaz de captar en palabras y llevo tanto tiempo tratando. Es frustante también la idea de saber que nunca, ni en mis más descabelladas fantasías, conoceré o sabré palabra de alguien como yo. Ni él, ni nadie más. Y esa es la parte mala de ser única.
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