Escribo desde la misma computadora en la que alguna vez, siendo una niña, aprendí a desvelarme por puro gusto. Tiene la tecla de enter mal puesta y se traba, tiene uno de esos teclados que necesitas golpear si de veras quieres escribir una letra, hace cosas raras y tiene tiempo ya que desistí de tratar de hacerla funcionar, más que nada porque hacía ya algunos años que no ponía un dedo en ella. Se convirtió en la computadora pública de todos en casa menos yo el día que cumplí 18 y me regalaron una laptop. Un día antes vi una película que si mal no recuerdo se llama El viaje de Chihiro, un clásico del ánime japonés tengo entendido, yo nunca he sido muy fan, pero fue por eso que mi lap llevó ese nombre. Si hay algo que extraño de ella es mi privacidad. Esta computadora apunta directo a la sala, lo que significa que cualquiera que pase cerca puede ver lo que hago. No, no estoy diciendo que haga o vea cosas prohibidas, es sólo que siempre me ha gustado tener mis secretos. Siempre ha sido fácil para mi sentirme invadida, aún cuando conscientemente sé que no es así. Es tal vez por eso que le agarré ese extraño amor a la noche, a esos momentos de soledad que, por breves que pudieran ser, eran todo en mi vida. Por eso es extraño para mi estar hoy sin mi amada Shihiro, es como si me faltara una extremidad, como si una parte de mi vida se hubiera desvanecido nada más por que sí. Y extraño ser yo misma.
Nota: entrada no publicada por su autor
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