Pero, después de todo, ¿Qué sería la vida sin lo cotidiano? Tengo muy claro que en el pasado creía firmemente que cotidiano era sinónimo de rutinario. Ya sabes, levantarme todos los días, bañarme si estaba de humor, cambiarme si no, buscar comida en el refrigerador, no desayunar de todas formas, comprar algo en la cafetería de la escuela, o quedarme en mi cuarto y prender la computadora, y olvidarme de comer por el resto del día, hasta la cena... quedarme en la computadora si no tenía algo mejor qué hacer. Llamémosle patético, por ponerle un nombre. Solía creer que toda mi existencia era patética. También pensaba que cocinar era cotidiano, y por eso no lo hacía. Y también lo sería arreglar mi cuarto o en todo caso mantenerlo ordenado, y hacer las cosas que debía hacer, todas aquellas cosas cotidianas de las que me escapaba por no caer en la rutina. Me hace sentir un poco... no sé, poco inteligente, el no haberme dado cuenta antes de que era esa la rutina que estaba acabando conmigo, que pudo haber acabado conmigo. Se burlan a veces de mi cuando digo en voz alta que llegué a tomarle cariño a la cocina, y francamente no me molesta. Al menos no tanto como me hubiera molestado si hace un par de años alguien me hubiera dicho "algún día crecerás y tendrás que aprender a cocinar". De hecho alguien lo hizo, no recuerdo quién. Y también me dijeron que un día ya no podría pintarme el cabello de rosa ni las uñas de negro, y esa era mi rutina. No tiene mucho que llegué a la conclusión de que cotidiano no es sinónimo de rutina, porque si uno viajara todos los días a otros planetas, entonces eso sería lo cotidiano... pero claro que no sería rutinario.
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Y, por cierto, mi cabello aún es rosa...
1 comentario:
Yo creo que la vida es esa serie de actos cotidianos, repetitivos y sorpresivos, todo junto. Uno es responsable absoluto de sus actos; entonces, con toda libertad, podemos quitar o poner lo que deseamos. Yo disfruto mucho cocinar. Lo veo como un acto creativo. Hornear me enloquece. La cosa es que me he dado cuenta que cocinar para mí sola es tristón; cuando cocino a mis visitas es genial. Yo quisiera tener una cocina llena de utensilios, un horno que nunca falle, un refri lleno de alimentos, una huertita casera con vegetales frescos y muuuuuchas especies en frasquitos. Cocinar es un acto de magia. Cocinar es de lo mejor del mundo.
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