lunes, 6 de junio de 2011
De tormentas y soledades
Desde mi ventana se ve la luna, y en lugar de fumarme un cigarro, me como una manzana. No diré que un cigarro no fue mi primera opción. Apagué las luces por costumbre y comencé a escribir por inercia. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí por gusto, con calma, sin miedo. Tenía mucho tiempo que no me sentía como yo, como lo que soy ahora. Tenía mucho tiempo sin ver la luna. Y ella, se ríe de mi con cariño. Se ríe conmigo. Por la ventana abierta entra una brisa fría, con unos cuantos moscos y el canto de los grillos. Afuera la noche se mece tranquila sin pensar que, aquí adentro, alguien piensa en ella. Alguien se mece con ella, se acurruca en ella. Aquí adentro todo parece volver a la normalidad, y nadie parece darse cuenta. A veces se me olvida que, las tormentas internas, suelen quedarse adentro, nacer, vivir y morir adentro. Y tal vez así es como debe ser. Tal vez al final siempre estuve y estaré sola, así que se me ocurre pensar que la única forma que tengo de ser feliz, es encontrar grata mi propia compañía. "¿Y eso cómo se hace?", suena una voz en mi cabeza. Y eso... cómo se hace?
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