domingo, 19 de junio de 2011
La imposibilidad de volver
¿He hablado antes del baúl?. No estoy segura, creo que sí, un par de veces. Creo que de sus reglas y alguna vez de su historia. Creo dije también que su razón de ser era mi miedo a olvidar. Y me estaba preguntando (hace unos minutos que elegí de entre la basura de mi cuarto un par de cosas que pondré en él) si es verdad que es eso, que es mi miedo a olvidar. Uno no vuelve a lo que ha olvidado, pensé. Uno por lo general no vuelve, y punto. Por un momento imaginé que, al abrirlo, de pronto todo aquello que guardo volvería; No el reloj rosa con una niña y un ganso, sino la mujer que me lo regaló siendo yo una niña; No el trozo piso de cemento de la primaria que guardé sino Laura diciéndome que acabando ese día no volvería a verme; No el listón de plástico amarillo sino el enorme girasol que mi madre me regaló el día que cumplí 18. Debo decir que me cuesta aceptar que hay cosas en la vida que son efímeras, momentos, flores que se marchitan y no vuelven. Lugares a los que no se vuelve, no porque uno no quiera sino porque ya no existen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Tal vez difieran contigo porque yo soy menos aprehensiva a las cosas del pasado, fueron y están ahí en la memoria. He aprendido que hay que dejarlos ir si no el presente siempre será pasado.
Publicar un comentario