Qué curioso día eligió para morir, el ave que hace unos días cayó a mi patio con un ala sin plumas. Un treintaiuno de Octubre, cuando según dice cierta gente, se abren las puertas del más allá para dejar volver a los seres queridos. Tal vez, usando esa misma lógica, se encontró llendo contra corriente en una carretera que debería ser estrictamente de un sólo sentido.
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