miércoles, 9 de febrero de 2011

Trust

A veces me pasa que siento ganas de decir cosas a algunas personas, cosas que o no debo o no quiero decir. Lo que hago en esos casos, en el msn, es escribir todo lo que pienso, y luego, en lugar de dar enter, dar delete. Antes, cuando era más joven e ingenua, solía creer en los amigos para toda la vida. Varias veces pensé tener algunos, muchas veces sacrifiqué cosas para conservar a ciertas personas cerca de mi. Todas esas veces estuve equivocada. Y, a decir verdad, fueron muy pocas las veces que me sentí decepcionada, desde ese entonces ya sabía que una buena parte de los seres humanos son como fichas intercambiables. Sé que suena mal, me siento mal de decirlo, pero es la verdad, muchos incluso se comportan de esa manera, y me tratan como si yo, como ellos, fuera una ficha intercambiable. Ha pasado muchas veces antes, ambas cosas, que me traten como una y que yo los trate de la misma manera. No me gusta, nunca me gustó. Antes confiaba demasiado, ahora me cuesta trabajo imaginar un amigo para toda la vida. Tampoco me gusta eso. Recuerdo que de niña, siempre me sentí vulnerable. Y eso no cambió cuando crecí, cuando entré a la preparatoria y tuve que enfrentarme con el mundo por primera vez. Era una niña, más de lo que yo creía, mucho más de lo que me hubiera gustado saber. El que me lo dijeran sólo lograba ofenderme. No me arrepiento. Todavía, a veces, llego a encontrarme con gente de aquél pasado. Me causa un poco de gracia el que me traten como si siguiera siendo la misma de antes, como si creyeran que aún caigo en los mismos trucos en los que caía cuando era niña. Antes era más fácil que yo pensara que alguien valía la pena. No sabía leer a la gente, y todo lo que era verdad de ellos era lo que decían. En ese tiempo, no consideraba que la gente miente. Que muchos de los que dicen ser mis amigos, en realidad sólo quieren de mi una cosa. Tardé demasiado, más de lo que me hubiera gustado, en aprender a distinguir quién era quién en realidad, y a decir verdad, a veces todavía me equivoco. Eso, tampoco me gusta. No el no saber distinguirlos, sino el hecho de tener que hacerlo. El hecho de creer que tengo que hacerlo. Nunca fue fácil para mi, confiar en la gente. Tal vez nunca quise, siempre creí ser de porcelana. Que, mientras mi cuerpo es resistente y elástico, ágil, audaz, mi corazón está hecho de migajón, que me rompería fácilmente si alguien llegaba demasiado cerca de mi. Mi signo del zodiaco maya es Tortuga, y me enteré de eso después, mucho después de haber adoptado al animal como mi totem personal. Y tal vez me gustaría ser como una tortuga, tener su caparazón, ser dura y fría por fuera para mantener intacto mi interior, frágil. Tal vez lo soy y me gusta serlo... tal vez me escondo a propósito.

1 comentario:

TeReSa dijo...

Siempre he sido una introvertida, me confundían los dobles mensajes de la gente con la hipocresía y las conveniencias egoístas. Lo bueno es que he aprendido a reconocer conductas o hasta gestos que me ayudan a evitar ser objeto de quienes sólo buscan joder a los demás.

Lindo escritooo.