Es verdad, hay cosas que nunca cambian. Tal vez nunca dejaré de pensar en ese chico de voz serena que me enamoró cuando tenía dieciséis, ni dejaré nunca de sentrme feliz cuando llueva y siempre querré encender un cigarro para escribir. Lo importante es que hay cosas que sí cambian, lo importante es que hay tortugas que, aunque nunca dejarán de ser tortugas, aprenden a volar.
No te preocupes demasiado, pedaleando he aprendido que no está en mi naturaleza rendirme.
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