No sé por qué, no sé si hasta la fecha me ha funcionado o sólo ha causado problemas, nunca me he puesto a pensar en eso, pero tengo cierta manía de establecer reglas. Reglas en mi vida, en las cosas que hago, en las que no hago, cosas que me prohibo o me obligo a hacer (las reglas de mi cuarto, las reglas de mis mascotas, las reglas del blog, del msn, de facebook... etc, etc). No me preguntes por qué, supongo que es mi forma de hacerme sentir que tengo el control de mi vida, aún cuando a veces sé que no es así. Hay veces en que me gusta dejarme llevar por la vida, sólo, no sé, cerrar los ojos y tratar de sentir que vuelo de un día a otro, sin controlar nada, sólo flotando por la vida. Me gustaría creer que, como mis reglas, flotar por la vida también me ha funcionado. Al menos así ha sido estos últimos meses (Si has leido Somewhere only we know, sabrás que ha sido un tiempo un tanto... peculiar, por así decirlo). La cosa es que, mi vida, las cosas que hago y las que no hago, están todas llenas de pequeñas reglas, pequeños principios básicos. Todo está ordenado, por jerarquías o matices (historia larga y complicada). Mi mente funciona de una forma un tanto... peculiar, por así decirlo, y no trataré de explicarlo en una entrada de blog. Los pocos que me conocen sabrán que no sería una tarea fácil, ni siquiera para mi. De entre todas las cosas curiosas que hay en mí, está el Baúl. Este baúl es una caja de madera que contiene cosas, pequeños retazos de mi pasado. Fue mi primera arma contra el tiempo, aunque el día que comencé a llenarla de recuerdos no tenía aún declarada una guerra contra él. Supongo que lo que sigue es predecible, pero el baúl tiene sus reglas. La primera, y tal vez más importante, es; Una vez que algo entra al baúl, no sale ni se modifica de ninguna manera. Y no sé si eso haya sido buena idea, significa que cuando vuelva a abrir el baúl, en una de esas tardes en las que no tengo nada qué hacer y estoy de humor para darle un repaso a mi vida, encuentre cosas que tal vez cuando metí al baúl por primera vez pareció buena idea hacer que ese objeto fuera algo o representara algo que jamás me daría permiso de olvidar, pero luego, después de haber dejado pasar una cantidad prudente de tiempo, resultó que era algo que, al fin y al cabo, no debía ser recordado. Hasta la fecha, con el baúl, no ha pasado. Y espero que nunca pase. Espero que nunca pase porque ha pasado antes. Hay cierta carpeta de imágenes en mi computadora, con la misma primera regla del baúl. No quiero tenerle miedo al pasado. No quiero tener miedo de abrir esa carpeta que contiene cosas que amo, cosas que no quiero olvidar, y una sola fotografía que no quiero ver otra vez en el recuento de mi pasado. Las reglas, como todas las cosas en mi vida, tienen también sus propias reglas. Una, a decir verdad, sólo una primera y más importante: Las reglas, no se rompen.
Qué hago? Qué harías tú en mi lugar?
1 comentario:
Es cierto, las reglas no se rompen... pero también es cierto que las reglas tienen sus excepciones y aplicaciones, condiciones y especificaciones... a fin de cuentas, ¡son tus reglas para contigo misma! Te toca ser delincuente, acusador, persecutor, juez y verdugo... en otras palabras, aunque las reglas son para seguirse, puedes modificarlas y volver a acatarlas...
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