viernes, 29 de octubre de 2010
El escape perfecto
Se me ocurrió que podía sólo quedarme dormida y soñar que volaba. Pero no sería suficiente. Me imaginé una y mil veces el perfecto encuentro con el amor de mi vida. Aún en mis fantasías, el hombre perfecto nunca lo era. Es tal vez saber que no pasa nada en mi vida, y que no hago nada al respecto. Le llámare frustración, por el puro gusto de ponerle nombre. Yo no sé por qué gasto mi tiempo en perderlo. Desde muy niña quise ser de esos hippies que salen de viaje todos los fines de semana. Ya sabes, de mochila al hombro, de aventón, y regresar los lunes en la mañana bañada de tierra, y cada vez con una historia más qué agregar a la colección. Y tener una colección grande, digna de libros y libros. Me conformaría con mil entradas de blog. El problema es que, como muchas cosas en la vida, no tendría ningún caso hacerlo sola. Y es por eso que me canso de imaginar e imaginar, como si no hubiera vida más allá de mi cabeza. Como si no hubiera mundo más allá de mi habitación, fuera de mi computadora.
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2 comentarios:
Tu plan tiene una falla de origen... buscaste como hippie salir los lunes y regresar los lunes... ¡los hippies no vuelven los lunes a trabajar ni a la escuela! (o al menos eso nos enseña la tv), por eso tuviste que escoger y ahora tienes casa. Aunque no como hippie, ¡aún se puede hacer eso! sólo es encontrar al grupo aventurero que siempre tiene a dónde ir este fin de semana...
Y... esos dónde se consiguen?
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