miércoles, 19 de noviembre de 2014

Como los árboles

Hay un algo que no termina de irse por completo. Un algo que duele, se acurruca en mi pecho y se niega a dejarme en paz. Sin embargo tropiezo con mis propios pies, me tambaleo, pero ya no caigo, no por completo. Este invierno no podrá vencerme. Me sé fuerte y sin embargo a veces me pregunto cuándo será el día, si llegará el día, en que me sienta de nuevo completa y feliz como creí sentirme alguna vez. Y no, no me considero desdichada. Es sólo que vivo con una sombra que me acecha y ataca si me descuido. Vivo en una lucha constante por mantenerme de pie, y cuando se gasta tanta energía en nada más levantarse de la cama, ya no quedan muchas ganas de hacer muchas otras cosas. ¿Pero qué le voy a hacer?, aquí sigo, de pie, como los árboles. De vez en cuando y por momentos tengo un poco de alivio, ya sea en sus brazos o en algún trance esporádico jugando con mis pinturitas. Salgo, río, tengo amigos, incluso a veces me divierto. Pero no tardo en darme cuenta de que la sombra sigue ahí, acechando. Es un perro negro y grande que ladra y si me descuido muerde. Pero no, yo sé que no podrá vencerme.

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