martes, 29 de marzo de 2011

Extrañando...te

Extrañamos cosas que no deberíamos extrañar. Cierto. O extrañamos cosas que sabemos que no tiene caso extrañar, cosas a las que sabemos no tiene caso volver. Extrañamos cosas que se han vuelto más ecos, costumbre arraigada, sin avisar ni pedir permiso. Extrañamos no porque queramos sino porque así pasa. Y así pasa aún cuando no queremos.





Con esta entrada, tengo la misma cantidad de entradas del 2010 que del 2011. Eso qué significa?

A bad dream



Soné contigo esta noche. Te soñé tal y como te recuerdo, como si fuera posible volver a verte. Recuerdo que en mi sueño tenía presente que aquello era un sueño, y aún así actué como si fuera real. Y te dije que no mil veces, cuando lo que quería era lanzarme a tus brazos y besarte como si nada nunca hubiera pasado. Durante el día me han estado pasando cosas que me recuerdan a ti. Que me recuerdan por qué me alejé y por qué quiero volver. Por qué te quiero, te extraño, no te he podido olvidar. Me gustaría poder no cumplir esa promesa en particular, y enterrarte. Dejarte ir por completo como he dejado ir a tantos. ¿Por qué será que no puedo?, que todo el tiempo, justo cuando pensé que ya te habías ido, que no volverías, algo pasa que me obliga a volver. O a querer volver por lo menos. No quiero. No quiero repetir la misma historia, no quiero volver a lastimarte, a lastimarme. Que se nos haga costumbre rompernos el corazón uno al otro como ha sido siempre. Pero si quiero. Quiero volver para probarnos que sí se puede, que podemos querernos sin herirnos, quiero volver a sentirte, a besarte, a demostrarte que sí se puede, que nada es permanente. Pero sé que no se puede. Sé que no volverás, que no volveré. Y eso me está matando.
.
.
.



Fue sólo un sueño, nada más. Ya se me pasará.
Ya pasará.

domingo, 27 de marzo de 2011

Never

Si hay algo que extraño de mi antigua yo es esa forma que tenía de convertir gritos en palabras. Hoy, por accidente, casi envié por correo escritos de aquella época que me gustaría nunca haber tenido razones para escribir. Ha pasado ya tanto tiempo que me cuesta trabajo pensar que esa fui yo. Me avergüenza un poco, de todas formas, saber que esa chica rebelde, explosiva, autodestructiva, aún vive amordazada en algún lugar dentro de mi. Me gusta pensar que vendrán tiempos mejores, mejores incluso que estos de los que no me quejo en absoluto. Me gusta saber que pase lo que pase, Diana no volverá.
________________



Cansancio (Sin editar ni corregir)


Estoy cansada de escribirte y de pensarte. Estoy harta de husmear en la memoria, de buscar tus labios, tus gestos, tu olor, tu sonrisa, tu mirada; fragmentos de ti que no supe guardar en cajones. Estoy cansada de mirar el cielo buscando tu luna, de esperar que seas tú quien se asoma en mi ventana.


Llegar al límite de la cordura
Palabras al aire sin sentido
Sonidos que no forman palabras
Sino llantos


Vacíos que desafían las leyes de la física
Y pesan.
Dolores del alma que no sanan
Porque no tienen principio ni fin


Susurros que gritan en silencio
Silencios que hacen eco en las paredes
Suicidios que no apagan la vida
Cobardía acechando debajo de la cama.


Un corazón
Hecho piedra, luego tierra, luego ceniza…
El sol que se cansa de mirar la tierra
Amarillo, luego rojo, luego explota.


Amores que caducan
En los refrigeradores del autoservicio
Amores que se pierden
En algún lugar de las ciudades
De las calles, de los mundos.


Estoy cansada de morir de pie.
Estoy a punto de rendirme y la culpa me carcome. Y respiro, pero cuesta. Y mi corazón se oxida de latir; pero él no lo merece. Estoy a punto de caer, y no encuentro en el pavimento dónde caer en blando. Miro hacia atrás y nada hay que me cobije, miro adelante y sólo encuentro todo lo que nunca será. Estoy cansada de perder el tiempo y no tengo ganas de nada. Y todo es tan fácil como dos cajas de aspirinas.

Irinkah.

viernes, 25 de marzo de 2011

Guilty

Una de las cosas que uno, como ser humano, debe aprender a hacer, es tragarse la vergüenza. Poner cara de dignidad en el justo momento en que le dicen "esto que pasó fue tu culpa". Y reconocerlo. Y aprender a vivir con ello. Y saber que después del golpe a uno no le quedará más que levantarse y seguir andando. Una de las cosas que uno como ser humano no puede hacer, es dejar que otros le vean débil. Un humano no debe dejar que otros noten su derrota, que espíen en su culpa o esculquen el pozo propio de tristezas. Porque duele. Me dijeron que está mal sentir culpa, que no tiene caso, que es mejor aprender a dejar ir, aprender a perdonarse a uno mismo. Uno como humano debe saber perdonarse a sí mismo. Y si supieras lo difícil que eso es... se dice fácil, pero, ¿cómo se hace?...

martes, 22 de marzo de 2011

Sueños

Le echaré la culpa a uno de mis blogs favoritos, de que esta mañana me desperté deseando haber terminado de soñar el sueño que estaba soñando. ¿Alguna vez te ha pasado que, sueñas algo que te gusta, y ese mismo día cuando llega la noche te duermes queriendo soñar la continuación de esa historia? Así me siento esta noche. Me ha pasado antes, he tratado, muchas veces, tal vez demasiadas, que trato de soñar dos veces lo mismo, volver a ver a alguien que conocí en un sueño, volver a ver a alguien que no existe, que nunca conoceré en persona, que no tiene ni siquiera coherencia. ¿Alguna vez te ha pasado que tus sueños son mejores que tu vida real?, a mi sí. Y no me gusta, me hace sentir que no soy feliz con mi vida cuando en realidad sí lo soy. ¿Qué más podría pedir después de todo? ¿Qué caso tendría pedir más? Y sin embargo aquí me tienes, escuchando otra vez una canción que me recuerda a alguien que no conozco, un sueño, un concepto más que una persona. ¿Qué caso tiene?

lunes, 14 de marzo de 2011

Cita

Algunas personas miran al mundo y dicen ¿Por qué? Otras miran al mundo y dicen ¿Por qué no?

George Bernard Shaw

Sólo por si acaso



¿Alguna vez te has puesto a pensar, qué pasaría si llegara a pasar, que se extinguieran las computadoras y los controles remotos? Si un día despertaras y el foco de tu recámara no encendiera, y las televisiones fueran mudas, sin sus voces en los noticieros ni los shows de las mañanas. ¿Y si un día, sin aviso, se desmoronara este mundo?, el mundo como lo conocemos, ¿Qué sería de nosotros sin celulares, sin blogger, sin twitter, msn, skype...? Tendríamos que guardar nuestras vidas modernas en el cajón del escritorio, y aprender a vivir como salvajes.

¿Y si se desintegra el mundo y no vuelvo a verte? ¿Y si mi cuenta de correo permanente de pronto se volviera obsoleta?. Hagamos un trato, por si el mundo se desintegra; Todos los 23 de septiembre, 9:53 pm/am, en la fuente de los coyotes, en Coyoacán.

domingo, 13 de marzo de 2011

Invisible

Cuál es la razón que me hace cambiar un "me estoy quedando dormida" por un "a qué hora piensas dormirte?" en una ventana de msn? No lo sé, ¿Cómo se supone que debería saberlo?. Supongo que a veces me da por tratar de ahogar mi soledad, aún cuando eso signifique hacer cosas que sé que no debo hacer. En este caso no es grave, dormir un poco tarde, pero a veces pasan cosas que me hacen pensar que tal vez soy un poco como los adolescentes que aprenden a fumar porque quieren pertenecer a un grupo. Yo, pocas veces me he sentido parte de algo. Aún hoy cuando me siento incluida en un grupo puedo llegar a sentirme incómoda; Estoy acostumbrada a ser invisible. No me gusta, nunca me gustó, y sin embargo era cómodo, aún lo es. No recuerdo mucho de cuando era pequeña. No sé qué tanto recuerde alguien normal de su infancia, pero siempre he tenido la impresión de que mi pasado es un video borroso, malgastado por el tiempo; Me llega a pasar que no importa cuánto me esfuerce en recordar, algunas historias simplemente se escapan entre mis dedos. Y eso que siempre creí tener buena memoria. Hay quien piensa que lo que uno es se define por su pasado, por las cosas que hizo o que no hizo cuando era niño, las cosas que aprendió y las que no aprendió. A veces me pregunto si hay algo en mi pasado, algo que no recuerdo, que me hizo crecer sintiéndome invisible, crecer sabiéndome invisible, ¿Pero cómo se supone que he de cambiar algo que no recuerdo?. Últimamente he considerado ir a terapia... pero me da miedo que vuelvan a decirme que estoy loca.

sábado, 12 de marzo de 2011

Cigarettes



Desde que dejé de fumar he desarrollado cierto gusto por el helado. Se me ha olvidado cómo escribir con la luz apagada (la ubicación de las letras en el teclado) y me he vuelto un alien en la familia. Me he esforzado por aprender a escribir, lavarme los dientes y comer con mi mano izquierda, y diría que está funcionando. Le he encontrado el gusto a sentarme en una banca en Coyoacán por el puro placer de hacerlo, sin la excusa de detenerme a fumarme un cigarro. Detenerme sólo por detenerme sin una razón aparente. A veces finjo que espero a alguien, otras veces sólo espero. Recuerdo que algunas canciones las escuchaba sólamente para fumar o cuando estaba tomando, y creo que se me ha olvidado ya cuáles eran.

Desde que dejé de fumar ya no soy la misma. Una de las razones por las que no quería dejarlo, era porque sentía que ese vicio ya era parte de mi personalidad. Y no estaba equivocada; ya no soy la misma. Tal vez ya no quería serlo. Tal vez me gusta esto en lo que me he convertido, aunque hay quien dice que no hay cosa buena que no tenga su parte mala. Y la parte mala es que ahora me siento más sola de lo que me sentía cuando fumaba. No me malinterpretes, sé que no estoy sola. Los amigos que tenía en esos tiempos muchas veces ya no entienden de lo que les hablo. No soy como la gente que fuma, pero tampoco soy como la gente que no. Si fumar me daba una identidad, ahora hay algo que falta para rellenar ese vacío. El helado no basta.

miércoles, 9 de marzo de 2011

A tientas, Benedetti #1

Se retrocede con seguridad
pero se avanza a tientas
uno adelanta manos como un ciego
ciego imprudente por añadidura
pero lo absurdo es que no es ciego
y distingue el relámpago la lluvia
los rostros insepultos la ceniza
la sonrisa del necio las afrentas
un barrunto de pena en el espejo
la baranda oxidada con sus pájaros
la opaca incertidumbre de los otros
enfrentada a la propia incertidumbre
se avanza a tientas / lentamente
por lo común a contramano
de los convictos y confesos
en búsqueda tal vez
de amores residuales
que sirvan de consuelo y recompensa
o iluminen un pozo de nostalgias
se avanza a tientas/ vacilante
no importan la distancia ni el horario
ni que el futuro sea una vislumbre
o una pasión deshabitada
a tientas hasta que una noche
se queda uno sin cómplices ni tacto
y a ciegas otra vez y para siempre
se introduce en un túnel o destino
que no se sabe dónde acaba.

Mario Benedetti

sábado, 5 de marzo de 2011

Y si las fotos hablaran...

Las noches en que llueve y hace mucho calor; las primeras lluvias de la primavera. Las burbujas, cuando flotan, duran más de lo esperado y sin avisar, se rompen. Las nubes, los atardeceres rosas, y ese momento preciso en que el cielo es del mismo azul que mi azul favorito. Las gardenias, por su olor y su forma, y los tulipanes, por sus colores caprichosos y las formas curiosas de las puntas de sus pétalos. Las fotos viejas, y los tesoros antiguos de gente que no conocí. El olor del café, una buena taza de buen café, no cualquier café. Los músicos callejeros, cuando matizan con sus sonidos exóticos las calles de mi ciudad, Y las noches en que llueve y hace frío, y las tardes en que llueve y hay sol, y las mañanas que amanecen nubladas, con olor a lluvia. Y el olor de la lluvia. Y los colores de la lluvia. Los bosques, con todas su criaturas extrañas, sus colores, sus olores y sus sonidos. Y los cactus, y las plantas que huelen y las que no, las que tienen flores y las que no. ¿Porqué será que las quiero más a ellas que a los seres humanos?... y los perros en la calle que sonríen como si nada malo fuera nunca a pasar. Y los costales de granos que se dejan ser toqueteados, y la sensación que causa hacerlo. Y es que si las fotos transmitieran tacto...

Las calles de mi ciudad, cuando las espío sin que lo noten desde la ventana del autobús. Ir a toda velocidad en un coche descapotable, cantando y sabiendo que nadie más escucha. Y los rostros de los niños que aún no conocen sus propios nombres, cuando me miran hacerles caras mientras sus madres miran a otro lado. Y la comida, ese atún en hierbas extrañas de aquél lugar de Coyoacán. Y el sonido de los grillos en las noches en que llueve. Y las noches en que llueve y hace calor, dejar la ventana abierta y dormir arrullada por los grillos. Ay, y es que si las fotos tuvieran sonido...




No hace falta adivinarlo...
hoy llovió.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Te quiero

Yo no digo "te quiero". Ya no, a veces ni siquiera cuando realmente quiero. Y no querer de querer decirlo, sino cuando quiero. Cuando quiero a alguien no se lo digo. Y no porque no quiera, porque sí quiero (si quiero decirlo), sino porque sé que mis "te quiero" pueden ser efímeros. Mucha gente cree que yo no quiero. Que yo no quiero de querer, de querer a la gente, pero los pocos a los que quiero saben que sí he llegado a querer a algunos pocos. Pocos, sí, pero los quiero/quise mucho. Yo no digo "te quiero", y no sólo porque mis "te quiero" pueden ser efímeros. La verdad es que me cuesta trabajo decir "te quiero", pero no sólo por eso no lo digo. Lo digo sólo cuando vale la pena, cuando sé que no es efímero, cuando realmente quiero y no sólo quiero querer o quiero decir "te quiero" por compromiso. No, yo no digo te quiero, a nadie, mucha gente piensa que yo no quiero. Pero es como los dieces de aquella maestra que decía que los dieces son sólo para Dioses. Si un día escuchas de mi un "te quiero", será porque te quiero. Si un día escuchas de mi un "te quiero", jamás me preguntes de nuevo si te quiero, por que te diré que no. Pero, ten por seguro que ese no, es un "te quiero".



Publicado originalmente en: Somewhere only we know

martes, 1 de marzo de 2011

Callar

Después de tanto escribir y borrar en el msn he adquirido práctica; Un par de veces me llegó a pasar que daba enter en lugar de delete. Eso me trajo más de un problema, y una que otra situación divertida. Un novio, de hecho, que todavía recuerdo. Pero sí, más problemas que diversiones. Me pregunto qué sería de mi vida si no tuviera ese filtro entre la lengua y los dientes, qué pasaría si dijera todo lo que pasa por mi mente. Llegué a la conclusión de que no quería saber, al final dije lo que dije porque quise y callé lo que creí apropiado callar, y nadie ni nada ha influido nunca en esa desición. Mis comentarios pueden ser hirientes para muchos, pero sólo cuando no es mi intención. Nunca he sido capaz de herir a alguien a propósito, ni cuando he querido ni cuando he debido; Simplemente no se me dá. Me gusta pensar que vale la pena callar, después de todo es lo que he venido haciendo todos estos años. He callado tal vez demasiadas cosas, más de las que me hubiera gustado. He borrado también cosas que no debí borrar, y hoy alguien me hizo preguntarme si, escribir y luego borrar es sinónimo de callar. No lo sé, honestamente no lo quiero saber.

Mi vida gira en torno a marcas, huellas del tiempo, siempre ha sido así, desde que comencé a tener esa obsesión con la trascendencia. Llegué a pensar que lo único bueno, lo único valioso, era aquello que era permanente. Y pensé en tatuarme varias veces, una libélula, a veces todavía lo pienso. La cosa es que a veces me da miedo, la misma trascendencia que me obsesiona, hay cosas que me hacen preguntarme si todo aquello que es creado es digno de guardarse, aún cuando en el momento se siente bien, se siente correcto conservar ciertas cosas, ciertas marcas. A pesar de lo que algunos piensan, la verdad es que sí tengo tatuajes en mi cuerpo, tatuajes de esos que no se presumen sino que se guardan, se ocultan, dan vergüenza. Y sí, cuando los hice, pensé que estaban bien, pensé que era lo correcto, que siempre serían parte de lo que yo soy, que siempre sería lo que fui. Y estaba equivocada, demasiado equivocada. No me di cuenta de que hay marcas que no se dejan en la piel sino en el alma. Son las marcas del alma, y no las de la piel, las que me muero por borrar. Pero hay cosas que no pueden borrarse, no son como escritos, como fotos, sino tatuajes permanentes. Pero, ¿cómo saber? Qué debe conservarse y qué no, qué debe ser permanente y qué no. La verdad es que no lo sé. No creo que exista forma de saberlo. Por ahora me conformo con creer que nada debe ser permanente, hasta que el pasar de los años lo haga evidente. Pero hay cosas que no deben ser recordadas. Existen cicatrices que duelen más que la herida misma.