viernes, 19 de junio de 2015

Entre nubes desconocidas

Me gusta decir que cuando uno viaja no es para conocer sino conocerse. Cuando uno está lejos de lo conocido, todo cambia excepto aquello que permanece, y es eso que permanece lo que es uno en realidad. Cuando todo cambia afuera, lo que no cambia adentro es la escencia, el corazón. Así que ahora me encuentro -o me desencuentro- entre nubes desconocidas.

Muchas veces soñé que volaba, que lo intentaba, pero en los cables eléctricos de la ciudad me enredaba, me daba miedo, perdía el control. Y entonces volvía al suelo ahí donde no hay magia pero todo es cómodo y conocido. Jamás olvidaré el momento en que vi por encima de los cables, subida por primera vez en un avión y camino a Chile. Me mintieron, las nubes desde arriba son más bellas de lo que me contaron. Al fin extiendo las alas, grandes y libres, aquí en Chile los colibríes son grandes, vuelan en pareja y los cielos son más azules. Y sonrío, me entristezco, río con más ganas que nunca.

Soñé otra vez que volaba, una de mis primeras noches aquí. Pasaba entre los cables, miraba hacia abajo las nubes, aterrizaba con la gracia de los colibríes en las ramas. Pero volviendo a la tierra noté que el lugar que amé ya no era el mismo. Era una casa vieja y sucia, ya no era cómoda ni conocida. Nunca hubo magia donde creí, tal vez será que ahora me toca inventarla.