lunes, 18 de junio de 2012

Más cajas de cartón



No creo haber tenido más de doce años la última vez que recuerdo haber estado sola. Realmente sola. Siempre he encontrado compañía, ya sea en un pseudoamigo, un novio de dos semanas, un humano de esos con los que se habla como se habla con una pared. ¿Cómo es entonces que siempre me he sentido tan sola?

A veces me siento como adolescente cliché diciendo que nadie me entiende. Creí incluso cuando me dijeron que pasaría, que crecería, que todo cambiaría. Pensé que las cosas cambiarían a mi alrededor, tardé demasiado en darme cuenta de que no funciona así; Soy yo la que debería cambiar. Nada cambiará si no cambio yo primero. Le sigo temiendo al hombre del traje gris. Sigo siendo la niña del pelo rosa, me miro en el espejo y no alcanzo a comprender lo que veo. No soy yo. Yo no soy esa que me mira como tratando de hacerme creer que soy alguien que no soy. Yo no soy la que va a la universidad para complacer a su madre, la que se esfuerza por hacer una carrera. No soy como el hombre del traje gris, no puedo serlo. No quiero serlo. Y sin embargo aquì sigo, caminando como quien camina a la horca, resignàndome a pensar que un dìa de estos sere una arquitecta justo como cualquier otra, e irè a una oficina como cualquier otra y me vestirè de gris justo como cualquier otro.

Y tengo miedo. Miedo como el que alguna vez dije que nunca màs tendrìa. Miedo de pasarme los semàforos en rojo como si fuera un adolescente cualquiera. Miedo de ser hoy eso que nunca fui aunque sea demasiado tarde. Miedo de sentirme diferente a los demàs aùn sabiendo que lo soy. Miedo a sentirme sola sabiendo que, en teoría, no lo estoy, nunca lo estuve.

Estos días lluviosos me recuerdan otros días lluviosos. Días raros en los que me dio por pensar que la lluvia estaba ahí para recordarme algo, recordarme cosas que hoy he olvidado. El cielo vuelve a invitarme a llover con él, a mojarme, a olvidarme del frío y correr con la lluvia aún sabiendo que podría enfermarme. Mi hogar comienza a ser de nuevo cajas de cartón y yo comienzo a sentir que en mi alma pasa lo mismo. Dejo de nuevo un cuarto vacío que nunca fue mi cuarto sino el de alguien más, alguien que no soy yo. Cuando uno vive nómada se acostumbra a vivir con su vida empacada y eso comienza a hartarme, cansarme de veras. Hubo un tiempo en que fue divertido, en que imaginaba que la siguiente casa sería diferente, que cambiandome de casa de pronto las cosas serían mejores. Nunca pasó. Nunca pasó y comienzo a hacerme a la idea de que no pasará. Comienzo a hacerme a la idea de que si quiero burlar los semáforos, deberé encontrar la forma de hacerlo sola. Sola como nunca he estado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=Nwh3FmpZ7kg