martes, 6 de diciembre de 2011

Somiatruites

Si tratara de contar la cantidad de gente que ha pasado por mi vida, y se ha marchado, seguramente me volvería loca. No acabaría esta noche de contar todas esas historias y francamente no tengo ganas. Todo se resume a que la gente siempre me ha importado poco, y yo sé que he dicho esto muchas veces antes. Volvería a decirlo, no porque me guste sino porque esa ha sido la condición que ha marcado mi vida desde que era niña. Dejar de comer carne, de tomar, de fumar, no parecen cambios significativos cuando se ven desde afuera, uno no pensaría que esa sería una medida para decir cuánto a cambiado alguien con el pasar de los años. Los cambios que realmente valen, los que realmente importan, son los que se ven desde adentro; los que no se ven pero se sienten. Estaba pensando que tal vez si encontrara a uno de esos fantasmas, de esos humanos que dejaron mi vida años atrás, probablemente no pensarían que he cambiado tanto como he cambiado, que no se darían cuenta, que me tratarían como si siguiera siendo la misma, como si siguiera pensando lo mismo, como si siguiera haciendo las mismas cosas. Supongo que sobra decir que así fue cuando me encontré con uno de ellos en facebook el otro dí: Como mirarse en un espejo por el que el tiempo no pasa, en el que el tiempo se ve congelado. Y déjame decirte, que no me gustó lo que ví, y cuando lo ví por un momento me pregunté si todavía puedo ser feliz, después de todo lo que ha pasado estos últimos meses. Me pregunté si los sacrificios valieron la pena, si me gusta el lugar donde estoy parada. La respuesta a todo fue sí, un sí de esos que van seguido por un "¿En serio me preguntaste eso?".

1 comentario:

Ros dijo...

Qué título más curioso. Me gusta la palabrita, y también su significado.
Es bien raro toparse con gente del pasado, sobre todo, si estas –como si se hubiesen estancado en alguna parte del tiempo–, tratan de hacerte las mismas pláticas y las mismas bromas.

Como siempre, un placer venir a leerte. Un abrazo.