lunes, 29 de octubre de 2012

Volar con un ala rota

Solía creer que era posible, simplemente un día abrir las alas y volar, volar tan lejos como fuera posible, sin obedecer a la razón, ignorando las quejas de la prisa. Volar como si no hubiera mañana, volar con mi soledad porque sabía que nadie me acompañaría. En esos tiempos todo era más fácil, tal vez porque he decidido complicarme la vida, tal vez porque decidí que había en qué creer, por qué luchar, una buena razón para quedarme en casa esperando. Simplemente esperando. Solía empacar mi iPod, un sweter y los pocos pesos que pudiera tener, abrir la puerta e irme caminando a donde sea que el destino quisiera llevarme. Nunca me llevó muy lejos, y tal vez ese fue el problema desde el principio. De vez en cuando logro hacer que se me olvide ese tiempo que corroe mis ganas de salir a buscar aventuras. Hoy no es uno de esos días. Es uno de esos otros, en que me da por intentar romper las cadenas del tiempo, ignorarlo como si no hubiera consecuencias, ignorar esa vocecilla en mi cabeza que me recuerda que soy una persona responsable y ordenada, esa vocecilla que tanto fastidia cuando se me ocurre no hacerle caso, la misma que al volver a casa me recuerda porqué no debía haber salido y me repite "te lo dije", una y otra vez.

1 comentario:

Raziel dijo...

Yo aprendí una cosa, para bien o para mal. Pesé a las aventuras o desventuras que se tengan, Vale toda la pena, por el simple hecho de hacerlo. Si uno no hace nada.. no pasa nada... eso es muy aburrido.