viernes, 26 de agosto de 2011

Polvos mágicos

(Primer cuento sobrepedido)

Habían pasado ya años desde la última vez que había estado allá. No reconocía el camino y le daba la impresión de que ella no era conocida para él tampoco. Miraba a través de la ventanilla y de tanto en tanto se topaba con su reflejo. Cuánto la habían cambiado los años, ella misma se sorprendía. Vagamente recordaba el olor de las frutas con piloncillo, que su madre cocinaba en navidad. Su segundo primo, recién nacido, que a medida que crecía iba robando uno a uno sus juguetes, que junto con su infancia, poco a poco se iban desvaneciendo. ¿Quién diría que llegaría el día en que crecería tanto, que dejaría de caber en la vieja casa de muñecas tamaño real que de niña le construyó su papá por no comprarle una marca Barbie? ¿Quién diría que un día esa misma casa de muñecas, se convertiría en un cuartel militar? Esta navidad, volver a casa se le antojaba viajar en el tiempo, a un pasado remoto de papeles amarillentos y fotografías viejas. Se preguntó qué sería de ella el día que, por azares del destino, tuviera que volver a la universidad de la qué, hacía no más de unos meses, se había graduado. Se preguntó qué sería de ella cuando este presente se convirtiera, como su casa de muñecas, en un pasado remoto. Puso atención entonces al camino, del que de tanto vagar en el tiempo, se había distraído. No faltaba ya casi nada para llegar a casa. Se preparó entonces para bajar del autobús, ahí, en la esquina de siempre, la estaban esperando.

La tarde transcurrió tranquila, la casa ya no era la misma. En el jardín crecía verde la maleza bajo el columpio que colgaba del capulín, el mismo en el que siendo una niña había aprendido a leer. Lo había olvidado casi por completo. Sus primos habían crecido tanto, y se comportaban ahora como finos caballeros. No más pucheros en la mesa ni crayolas en las paredes. Y ella no sabía decir si eso le agradaba o no. A la hora de la cena todos se sentaron educadamente y oraron como si creyeran en Dios. Había pasado ya tanto tiempo desde su última cena de navidad en familia que todo aquello le parecía surreal. Fue tal vez por eso que no supo si reír o llorar cuando su madre anunció que vendían la vieja casa. Con toda la felicidad del mundo explicó que ella y su nuevo novio se mudaban a vivir a la playa.

A la mañana siguiente despertó en su vieja habitación. La cama le quedaba chica y más de una vez durante la noche pensó que caería al piso. Con la espalda adolorida se puso de pie, caminó como quien camina dormido al jardín. Debía volver esa misma tarde a la ciudad y decidió pasar el tiempo que le quedaba contemplando el jardín. Llegó a su antiguo columpio y se sentó con parsimonia. ¿Cómo podía ser que lo hubiera olvidado? Que hubiera olvidado aquellas tardes soleadas en su pequeño jardín. Quien la hubiera visto habría pensado que cayó del columpio, pero la verdad era que deliberadamente se había echado a la hierba. Tomó una piedra de ahí cerca y de entre planta y planta raspó un poco de tierra. Se la puso en la mano izquierda y con ella corrió a la cocina a buscar un frasco pequeño de cristal. Lo contempló largo rato hasta que se quedó dormida.

Años más tarde una niña pequeña de grandes ojos y cabello negro le preguntaría que había en aquél frasco. "Polvos mágicos", le respondería ella, y ante la carita de incredulidad de la niña, agregaría, "Te lo juro, hija, que si los miro fijamente vuelvo a tener tu edad".


2 comentarios:

Ros dijo...

Un placer leerte... polvos mágicos, buenaza historia.
=)

La idea en escribicionistas es escribir 1 post por semana, funcionamos en base a temas semanales (que nosotros proponemos) y esa es nuestra dinámica, somos 14 (ya contigo) miembros y el chiste es tratar de comentar/tallerear con regularidad.
Necesito que me envies una fotita tuya (para hacerte tu etiqueta)y el tema que propondrás (alguien ya propuso Brujas, otro Una crítica sobre x tema, alguien más los 80's y etc.) si gustas igual yo puedo subir tus textos, pero mejor nos ponemos de acuerdo acá:
disenarquitectonica@hotmail.com

Aseret dijo...

Yo me comía la tierra...

Ojalá volviera a tener esa edad.