lunes, 10 de marzo de 2014

Música

Últimamente he soñado música. Cierro los ojos y ahí está, simple, pero a la vez infinitamente compleja. Es como si la música fuera sólo música, sin intérprete ni instrumento, está ahí flotando en el aire, sin el "boing" de las cuerdas de la guitarra ni golpes de teclas de piano ni la vibración de los vientos. Es sólo música, simple y llano sonido. Es un sonido que envuelve, no el frío mecánico de la música digital, es cálida, triste. Se parece un poco a mi. Quisiera haber estudiado música y poder escribirla, enseñarle al mundo la bella música de mis sueños. A veces me pregunto qué hubiera sido de mi si le hubiera tenido un poco más de paciencia  a la guitarra. Si hubiera escuchado el consejo de algún desconocido que me dijo "La guitarra siente, no la abandones". Pero hay una razón por la que elegí los colores en lugar de los sonidos; la guitarra lloraba, los colores cantan. Extraño el olor del ron barato que escondía en un rincón de mi closset y salía a pasear en noches solitarias en que sólo alumbraba la luz de la pantalla, las tardes de paseo por Coyoacán, las quemaduras del cigarro en las orillas de mi restirador. Lamento no haber tomado suficientes fotos de la ventana, el faro que confundía con la luna entre copas y letras, letras y más letras. Esos tiempos en que tenía tiempo para perderlo y buscar música nueva. Todo es nuevo para un adolescente, todo es de colores extravagantes, parece que el tiempo se acaba cuando no es así, uno quiere comerse el mundo porque parece girar demasiado lento. Cómo fui a desperdiciar así esos días, emborrachándome sola en las noches y durmiendo en los días, tenía toda la energía para llevar mi bici al fin del mundo y estaba demasiado preocupada de que el mundo pudiera lastimarme. Tenía la fuerza para defenderme, el tiempo para perderlo, una bicicleta. Tenía alas. Soñaba con volar pero nunca me atreví a saltar por la ventana y hacerlo de veras, volar, volar tan lejos como me fuera posible.

Últimamente he soñado música, y me da por pensar que tal vez debí tenerle más paciencia a mi guitarra y escribirla. Y luego recuerdo que aún tengo alas y ganas de volar. Y una bici, la fuerza que me queda y una guitarra haciendo polvo en algún lugar del closset.

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